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Lunes, 1 de marzo 2010, 14:09
Al Naturhouse le cayó encima el CAI Aragón. Y muy encima: con toda la fuerza de un equipo superior sobre el pequeño. No debería ser así, si uno mira a cómo estaba la clasificación cuando los dos equipos saltaban al campo. Uno era quinto, con 22. Otro séptimo, con 20. La cosa debería estar reñida.
Pero a la hora de la verdad, la riña se quedó en paliza. No hubo discusión: sólo monólogo. El CAI Aragón es un equipo superior al Naturhouse, y lo lleva siendo toda la liga. Es mérito de los franjivino haber minimizado esa diferencia durante lo que llevamos de campeonato, jugando un punto por encima de lo que parecía posible.
Pero desde el principio de la segunda vuelta esa chispa parece haberse disuelto. Las victorias ante equipos menores (Arrate, Torrevieja, Haukar) enseñaron que, sin jugar bien, el Naturhouse es capaz de salvar los muebles si le funciona al menos la defensa. Lo de ayer en Zaragoza mostró, sin embargo, que son ya tantos los jugadores en baja forma que el equipo empieza a perder pie por falta de peso específico.
Hay unos cuantos que están muy lejos de su nivel. Lo están, por ejemplo, Isaías Guardiola y Miguel Ángel Velasco, aunque ambos tienen la excusa de haber salido recientemente de lesiones largas. Pero también andan grises los hombre clave en el maravilloso final de la primera vuelta. Víctor Vigo y Sasha Tioumentsev han dejado de golpe de ser decisivos. Tioumentsev arrastra muchas molestias en un tobillo, eso sí. E Ismael Juárez ha pasado de estar tocado por un ángel ano meter una. O casi.
Son problemas muy evidentes en ataque. Ayer, el Naturhouse se encontró con una defensa tremendamente seria, la del CAI Aragón, y muy protegida por el arbitraje en el Príncipe Felipe, como es habitual. Y no pudo con ella. 9 goles en la primera mitad son muy pocos. Tapado Ángel Romero, de los pocos que mejoran en este 2010, los argumentos se acortaban. Sólo Alfredo Sorrentino (otra de las pocas buenas noticias de la segunda vuelta) tenía algo de acierto. Los demás fallaban mil balones. Entre ellos, al defensa y el gran iñaki Malumbres, el Naturhouse perdía pie sin remisión.
Nada hubiera sido demasiado malo si la defensa hubiera funcionado como en anteriores partidos. Pero los riojanos tenían demasiados agujeros: Grebenar por la izquierda, Maqueda por la derecha, Arrhenius en la línea. Uno a uno son peligrosos. Todos juntos sacaron al Naturhouse a gorrazos.
El partido no tuvo ninguna historia, en realidad. La cosa empezó así -con el CAI muy superior en defensa y en ataque- y se redujo a un esperar por ver cuánto se abría el boquete. El Naturhouse estaba, sencillamente, horrible: pases perdidos, balones botados en el pie, malos tiros, malas decisiones. El rizo: cuando, en el minuto 18, el CAI se quedó con cuatro jugadores de pista... y metió dos goles. Hundimiento.
Con Iñaki Malumbres de gran capitán, el Príncipe Felipe degustó una noche plácida. Probablemente muchos maños se fueron para casa pensando «ese Naturhouse no es para tanto». Y el problema es que quizá tengan razón. Es para preocuparse: el equipo parece de nuevo pequeño.
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