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Linda ontiveros
Viernes, 19 de febrero 2016, 15:41
Una nueva enfermedad surge de un virus de la misma familia flavivirus que produce dengue, chikungunya o fiebre amarilla. Se trata del zika, un trastorno que pasaría desapercibido de no ser por una razón: existe una correlación entre padecerlo durante el embarazo y el nacimiento ... de bebés con microcefalia. «La alarma es por la probable asociación con las malformaciones en el feto; de no ser así, quizás está enfermedad no hubiera sido relevante en España», explica la doctora Elena Trigo, médico adjunto de la Unidad de Medicina Tropical y del Viajero del Hospital Carlos III-La Paz (Madrid). «La epidemia de chikungunya y el dengue siguen activas, porque son recurrentes, al igual que el dengue, que tiene más mortalidad e impacto en la salud de los pacientes. Sin embargo, ninguna de estas enfermedades está asociada a las malformaciones en el feto y, por lo tanto, no genera la misma alarma», agrega la experta.
-Antes de viajar, consultar en un Centro de Vacunación Internacional para informarse de las medidas preventivas
-Usar productos repelentes de insectos. Se recomienda que contengan más de 40% EDDT.
-Utilizar ropa de colores claros y manga larga.
-Evitar perfumes.
-Elegir alojamientos protegidos preferiblemente con aire acondicionado, pues los mosquitos tienden a evitar el frío.
-Colocar mosquiteras en las ventanas y encima de los lugares descanso.
-Entre las mosquiteras, preferir aquellas impregnadas en insecticida tipo piretroide.
-Mientras dura la viremia, el paciente debe estar aislado con mosquiteras, para evitar las picaduras de mosquitos que se convertirían así en nuevos transmisores.
-Rociar insecticidas de interior dentro de las casas, evitando su inhalación directa.
-No viajar a zonas con brotes de zika si está en estado de gestación.
Este grave riesgo no había sido detectado hasta que el zika se expandió por Suramérica el año pasado. «Además de microcefalia, ocasionalmente los bebés presentaban otros problemas neurológicos», asegura la doctora Mar Faraco Oñorbe, vocal en la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina Tropical y Salud Internacional (SEMTSI). «También se observó un aumento de casos de síndrome de Guillain-Barré, un trastorno neurológico de base autoinmune, en adultos tras haber pasado una infección por este virus», añade la doctora Faraco.
Aunque la infección al humano sucede por la picadura de un mosquito (la hembra del género Aedes aegypti), también hay evidencia, todavía escasa, de transmisión por vía sexual. «Las descripciones de transmisión vía sexual, probaría, por primera vez, esta forma de contagio en una enfermedad transmitida por insectos», prosigue la doctora Faraco. «Hasta ahora, se ha aislado el virus en el semen y se ha documentado la transmisión de persona a persona por vía sexual en dos ocasiones. También es posible la trasmisión perinatal del virus y por transfusiones de sangre no cribada para este virus. Pero de acuerdo a la evidencia disponible, se trataría de mecanismos menos frecuentes de propagación de la enfermedad». Para aquellas personas que han visitado zonas de riesgo de contagio, el Ministerio de Sanidad recomienda que mantengan relaciones sexuales con preservativo, sobre todo si existe embarazo, durante los 28 días siguientes. Y si el hombre ha tenido síntomas de la enfermedad, el uso de preservativo se debe prorrogar hasta los seis meses. Los mismos plazos se aplican a la transfusión o donación de sangre.
En la península existe «un mosquito
Aedes albopictus
, conocido como mosquito tigre, que tiene capacidad para transmitir la infección pero es más torpe, necesita otras condiciones más favorables, más aún en invierno que hay poco mosquito y larvas», tranquiliza la doctora Elena Trigo, médico adjunto de la Unidad de Medicina Tropical y del Viajero del Hospital Carlos III-La Paz (Madrid). Es en las embarazadas donde vamos a concentrar nuestros esfuerzos. De todos modos, se prevé que si se da un caso de infección dentro de España podría ser de forma anecdótica, la de la cuenca mediterránea, donde el mosquito tiene su hábitat. No es posible hacer una estimación exacta de los casos importados al poder ser una enfermedad asintomática o con un cuadro viral que se pasa sin secuelas, y con muy poca mortalidad, concluye la experta.
Así, en efecto, la enfermedad pasaría desapercibida en países como España, de no ser por estas características inusuales, así como la posibilidad de que un tipo de mosquito Aedes albopictus, conocido como mosquito tigre, que vive en la costa oriental española pudiera transmitirla. De hecho, la enfermedad sólo se activa en la cuarta parte de los infectados y los síntomas suelen ser pasajeros. «El periodo de incubación varía entre dos y siete días, pero puede alcanzar hasta doce, desde que se produce la picadura hasta la aparición de los síntomas», refiere la doctora Faraco. «El zika se caracteriza por fiebre, conjuntivitis, dolores articulares sobre todo en pequeñas articulaciones y una erupción que suele empezar en la cara y se extiende después al cuerpo entero». No precisa generalmente un tratamiento complejo ni hospitalario, y los síntomas de dolor y fiebre se alivian con paracetamol, como analgésico de preferencia, reposo y la ingesta de abundante agua. En caso de picor, antihistamínicos. «El mensaje es de tranquilidad para la población en la población en general y de precaución con las embarazadas, pero no de histeria», resume la doctora Trigo.
-No existe tratamiento antivírico específico.
-Tampoco hay posibilidad de quimioprofilaxis.
-El único tratamiento es aliviar el dolor y la fiebre con paracetamol como analgésico, hidratación abundante y tratamiento de otros síntomas si aparecen.
-No hay vacunas en fases avanzadas de desarrollo, aunque alguna de las desarrolladas contra otros flavivirus quizás podría ser adaptada.
Antes de 2016, en España no se habían notificado casos de zika, y los pacientes que se han contagiado suelen haber sido infectados en regiones tropicales. Sin embargo, las autoridades españolas están alertas, como lo están ante la posible propagación de epidemias. Desde aquellas, como la peste del siglo XIV, el VIH/sida, el cólera posterior al terremoto de Haití o el ébola que comenzó en el oeste de África. «El amplísimo y rápido volumen de movimientos de personas y mercancías a nivel internacional aumenta el riesgo de propagación de enfermedades que antiguamente no se hubiesen diseminado con facilidad», afirma la doctora Faraco. «Pero nuestros sistemas sanitarios están más preparados y vigilantes. Mientras existan deficiencias tan enormes en los sistemas de salud de países de bajos recursos, el control será muy complejo y el riesgo de diseminación, mayor. Que la comunidad internacional busque mejorar esas condiciones de salud es tanto un deber moral, como una estrategia preventiva global».
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