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Vista del monte El Corvo, situado a las afueras de Logroño en dirección a Laguardia. /J. MARÍN
Sexo en medio del monte
LOGROÑO

Sexo en medio del monte

Relato de los encuentros entre parejas de varones que apenas se esconden para sus citas

I. G.

Viernes, 29 de junio 2007, 12:07

A este nuevo tipo de habituales del monte no parece importarles demasiado las miradas de los que transitan por allí y apenas se esconden, de modo que cualquiera que pasee por la zona puede verlos en plena escena amorosa. A los pocos metros de la entrada por la carretera de Laguardia ya se empiezan a ver coches aparcados; cerca de ellos, aparece la primera pareja de hombres. En principio, nada extraño sucede. Sólo dos personas que se han encontrado en tan apartado lugar del extrarradio y conversan apaciblemente.

Los periodistas siguen su ruta. Llegan hasta lo más alto del monte sin encontrar a nadie más y regresan sobre sus pasos. La situación acaba de cambiar. Llega un tercer coche, cuyo conductor ni se baja: desde su asiento contempla cómo uno de los integrantes de la pareja se ha bajado los pantalones para realizar el acto sexual. Las imágenes no dejan lugar a dudas, aunque queda en el aire si se trata de relaciones pagadas, como denuncian algunos de los usuarios del monte, para quienes estos contactos se vinculan con un núcleo de prostitución masculina divulgada incluso por Internet. En la página distritogay.com se hace una mención a este monte de Logroño como lugar de encuentros homosexuales, aunque el enlace donde se recogía esta información ha dejado de estar operativo: sólo queda el rastro recogido en Google.

Desnudos al sol

Algunos de estos paseantes habituales reconocen que han cambiado sus itinerarios debido a lo que allí se encuentran y no quieren que en sus paseos les acompañen menores, para evitarles pasar por trances como el arriba relatado. «En alguna ocasión nos hemos cruzado con hasta diez hombres desnudos tomando el sol, mientras se acariciaban los unos a los otros», explican.

Un testimonio similar al que ofrecen algunos ciclistas que frecuentaban la zona para entrenar. «Ha habido días en los que te podías encontrar con hombres desnudos cada pocos metros», señala uno de ellos. «Yo no vuelvo más por allí».

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