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FERNANDO PESCADOR
Martes, 12 de junio 2007, 02:32
El rey recibió en su palacio a los líderes de las diferentes formaciones políticas, empezando por el primer ministro, Guy Verhofstadt, que le presentó su dimisión y la de su Gobierno que queda ahora en funciones estrictas de gestión de los asuntos corrientes, hasta que pueda constituirse un nuevo Ejecutivo en fecha que nadie se atreve a pronosticar.
El panorama político que resulta de las legislativas del domingo en Bélgica es de una gran complejidad. El ganador obvio de las elecciones lo ha sido el socialcristiano Yves Leterme, presidente de Flandes, que ha situado a su coalición CD&V-NV-A como principal formación política en el rico norte, la zona más poblada del país.
Pero la familia política más votada, sumadas sus fuerzas al sur y en el norte además de en Bruselas, lo son los liberales, que han desplazado finalmente a los socialistas de su condición de fuerza principal en la Bélgica francófona.
Reforma federal
De modo que la configuración final de la coalición que gobernará Bélgica, presumiblemente bajo la dirección de Leterme, está muy lejos de perfilarse en el horizonte.
Leterme, y sus socios nacionalistas radicales del NV-A, (ex Volksunie) han planteado abiertamente durante la campaña, y aún antes, la necesidad de acometer una reforma constitucional que convierta Bélgica en un Estado confederal.
Para lograrlo, -y si es que desde las responsabilidades del Gobierno del país afirma sus intenciones- Leterme necesitaría una mayoría de dos tercios en las Cámaras (al menos 100 diputados de 150 y 48 senadores de 71), y para ello necesita, además de los 30 escaños de la formación que preside más los 10 de su formación hermana del sur y de Bruselas, el CD&H; los 23 de los liberales francófonos (MR) y los 18 de OPEN VLD, los liberales del primer ministro; y hasta los 34 de las dos formaciones políticas socialistas, del norte y el sur además de Bruselas, que han sido los perdedores de las elecciones.
El presidente del PS, Elio di Rupo, anunciaba ayer la constitución de sendas gestoras para el ayuntamiento de Charleroi y para la Unión Socialista local, en cuyos escándalos de corrupción el común de la clase política y de los observadores sitúan las causas del descalabro socialista.
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