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RAFA ELÍAS
Domingo, 6 de mayo 2007, 12:10
El equipo era consciente de lo que se jugaba en el envite y salió metido en el partido. Se movía bien el balón y no se cometían errores, aunque el Almería tampoco, por lo que ninguno de los dos equipos conseguía abrir diferencias. El Palacio recuperó al mejor Diego Pérez Marne, que dirigía al equipo con criterio y ayudaba a sus compañeros a no descomponerse cuando la situación se tornaba complicada.
Los de Senosiain jugaban sus bazas. Apelaban a la potencia de Petric y Kraljic, pero tampoco desestimaban las alternativas que ofrecían Sarmiento o Tavares. Las diferencias eran mínimas y no había atisbo de que la situación fuera a cambiar. Y así se llegó al descanso. Bien pudo ser un empate, pero los árbitros entendieron que el último lanzamiento de Backovic había entrado fuera de tiempo, por lo que los de Díaz y Ascorbe fueron al vestuario con desventaja de un gol. La decisión provocó una fuerte bronca del público y la expulsión del locutor.
Salida fulgurante
Tras unos instantes iniciales desconcertantes, el Darien jugó sus mejores minutos. La defensa local ahogó al Almería, que estuvo casi siete minutos sin anotar un gol. La seriedad en la zaga permitió al Darien voltear el marcador y coger una ventaja de tres goles. Pero a este equipo aún no se le respeta y Gabor sufrió una rigurosa exclusión que los de Senosiain aprovecharon para llevar de nuevo el empate al marcador y les daba vida cuando más apuros estaban pasando. Se repetía el guión de la primera mitad: mínimas diferencias y cada uno explotando sus virtudes.
Con este panorama estaba claro que el encuentro se resolvería por pequeños detalles de calidad. El protagonismo recayó en Petric. El serbio sacó petróleo y él solito se encargó, con cuatro goles consecutivos, de desnivelar la balanza a favor del Almería. Bueno, Petric... y Miras, que sacó unos cuantos balones importantísimos que cortaron cualquier atisbo de reacción de los locales. La diferencia con la que se entraba en los últimos cinco minutos era de tres goles y parecía excesiva. Sobre todo porque el Darien perdió su contundencia defensiva. No se puede negar que el Darien lo intentó, pero ya era tarde para frenar a un rival que había descubierto como llevarse la victoria.
Al Darien le faltó una pizca de chispa en el tramo final para pelear por el partido. Quizá el equipo llegó limitado al final por, entre otros motivos, la ausencia de Pepe, que en el descanso sufrió un pequeño mareo que le dejó sin fuerzas.
Ahora, el margen de error se ha reducido a la mínima expresión. El punto logrado por el Teka puede tener un efecto psicológico negativo porque los cántabros empatan a puntos en la clasificación, pero el deporte tiene estas cosas y hay que saber aguantar la presión.
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