«El discurso de la Iglesia debe ser más misericordioso»

- ¿Cuál es la dimensión sacramental que defiende en su discurso?

- Cuando hablo de dimensión social de los sacramentos me refiero a que toda experiencia de fe cristiana tiene que llevar la implicación compasiva con la realidad. Es decir, cuidar de la naturaleza, la protección de la criatura...

- En el fondo son valores fundamentales en cualquier creencia religiosa...

- Ahí hay una dimensión en la que todos nos encontramos, tanto desde el ámbito de la fe como desde el ámbito de la increencia. Yo hoy me atrevería a decir que hay retos que son de poca sensibilidad. Por lo tanto a mí ya no me preocupa tanto si la gente cree o no en Dios, sino si los creyentes o no creyentes podemos caer en dinámicas de profunda inhumanidad.

- ¿Y es ése el mensaje que debe abordar actualmente la Iglesia?

- Me gustaría que la Iglesia diera un discurso más misericordioso, de más compasión para con la realidad. Vivimos en un mundo en el que hay mucho sufrimiento, soledad y abatimiento. Y no lo digo en plan derrotista; es una cuestión de lucidez y de honradez. Por lo menos, yo quisiera que apareciese un rostro más misericordioso.

- ¿En qué aspectos necesita inculcarse ese compromiso?

- Sobre todo me preocupa mucho que, dentro de todos los problemas y complejidades de la realidad, la mayoría de las criaturas que hay en este mundo no tienen cabida. Y en este aspecto la Iglesia tendría que ser mucho más profética. No digo que no se haga porque hay mucha implicación aunque no sale en los medios de comunicación. Ahí es donde no se puede ceder. La Iglesia tiene que seguir alentando, animando, proclamando buena noticia y denunciando.