La italiana que levanta pasiones

Cacciatori debutó en la A1 italiana (Primera División) a los 16 años, con la camiseta del Perugia, y después de jugar en la A2 con el Carrarese. A partir de 1988 comenzó una larga andadura que le ha llevado a defender los colores de Agrigento, Bergamo, Napoli, Marichal Tenerife y Alaró, entre otros. Ha vestido la azul de la azzurra en 228 ocasiones, con la que ha logrado el bronce y la plata en los Europeos (1999 y 2001) y el oro en los Juegos del Mediterráneo (2001). A esos títulos suma cinco ligas italianas, cinco copas, tres supercopas, 3 copas de Europa (una de ellas con el Marichal),... y diferentes triunfos menores. Ahora confía en ascender a Superliga con un equipo al que le sobra potencial económico y al que se le presupone el deportivo.

No obstante, la imagen de Cacciatori va más allá del rectángulo de juego. En internet se pueden encontrar más de 113.000 entradas con su nombre. Datos, fotografías, página web propia,... que le han llevado también a ser una estrella mediática por todo aquello que no es voleibol.

Su carrera está plagada de anécdotas, aunque hay que que dio la vuelta al mundo. Fue el 2 de diciembre de 2001, durante un partido que jugaba con el Foppadedretti Bergamo. En un momento dado, paró el juego y se dirigió a uno de los cámaras de la RAI, que retransmitía el partido. «Así es que usted se va a la calle por mirón», le espetó. La razón no era otro que los constantes planos cortos de su trasero. «Que ya está bien de recrearse con la imagen del culo femenino... No hacía más que enfocar la tanga», llegó a decir. La televisión pública se excusó como pudo: en tomar imágenes de la mano a la espalda, para ver qué jugada marcaba. Poco después, las revistas le ofrecían 40 millones de pesetas por un desnudo integral.