

Secciones
Servicios
Destacamos
PABLO ÁLVAREZ
Domingo, 18 de marzo 2007, 12:29
Miren por ejemplo la situación del Darien en el minuto 46 del partido de ayer. El marcador señalaba 24-20, cuatro goles para el Algeciras, un equipo dominador con el nunca suficientemente ponderado Jorge García Vega en plan mandón, en su salsa en un pabellón casi lleno que reventaba con cada gol de los suyos.
Y en éstas, al Darien no cesaban de crecerle los enanos. Decsi, puntal en defensa, había cometido la segunda exclusión; Marc Amargant, que estaba haciendo uno de los partidos más serios del año, se llevó un golpe en la cadera que le dejó fuera, casi sin poder andar. Havard Tvedten, el goleador, boqueaba en busca de aire, recién salido de una gripe. Y mientras Isaías Guardiola, que había aguantado solito al equipo en ataque durante toda la primera parte, perdía un par de balones tontos, caía en crisis y se iba al banquillo casi llorando, tras explotar en un tiempo muerto.
No negarán que pintaban bastos. Pues no: de pronto el Darien sacó algo de debajo de la alfombra que, a falta de mejor palabra, llamaremos fe. Pese a todos los pesares, los de Suárez salieron adelante con unos minutos de balonmano prodigioso. El partido acabó en un empate que poco tiempo antes parecía imposible; podía incluso haber sido victoria, pero ese puntito pone una baldosa más entre el Darien y el descenso: ya son tres.
Que el partido iba a ser de desgaste ya se sabía. Algeciras es un buen equipo, que no debería pasar apuros al final, con un gran siete titular comandado por el central García Vega, grandísimo jugador, con el lateral Coelho y el extremo Bermejo como escuderos. Con todos esos brazos frescos, el Darien hizo lo que debía: agarrarse de su defensa, de nuevo excelente, y colgarse de Isaías Guardiola en ataque. El zurdo estuvo sensacional en la primera mitad, dando y repartiendo goles, hasta 5 en ese periodo.
Llegó la segunda parte y se rompió la igualdad; fue en unos minutos, a partir del 9, en el que el encuentro se descontroló, con exclusiones tontas, pérdidas de balón ridículas y, en fin, esa prole de enanos creciéndole a Suárez en cada jugada.
A Algeciras no se le pueden dar muchas oportunidades, porque se te va. Y al Darien se le fue. García Vega se hinchaba de dar pases interiores, que la mitad de las veces acababan en penalti: hasta 7 tiraron los locales (todos adentro) por ninguno del Darien.
Entonces apareció la fe de los riojanos, un equipo valiente comandado entonces por tres bravos: Marne dirigiendo, Pepe tirando, Masachs volando (y dejándose, literalmente, los piños). La aparición final de Romero y una contra de Backovic pusieron al Darien por delante a falta de minuto y medio. Pero García Vega hizo otro pase de los suyos, fue penalti, fue gol. El Darien tuvo otro minuto para ganar, pero arriesgó lo justo mientras Algeciras defendía al límite.
Bien hecho. El punto vale mucho para un equipo que crece.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.