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PABLO ÁLVAREZ
Domingo, 11 de febrero 2007, 10:20
Luego, con el paso del tiempo, Tvedten se difuminó. Según se acercaba el Mundial, se podría decir, su cabeza parecía puesta en otro sitio, y su muñeca ya no era, ni de lejos, tan mortal.
Pero ayer todo eso cambió, y el rubio de principio de temporada volvió a aparecer por la cancha leonesa. Ahí quedaron sus 10 goles a un rival como Ademar. Ahí, sus 4 penaltis sin fallo y algunos goles sin espacio en el extremo que incluso llegaron a provocar la ovación del público leonés. Y éste es un público que sabe de esto.
Tras el partido, la prensa busca a Tvedten por los pasillos. «No creo que haya salido», indica un compañero del noruego. «No se oyen los gritos de las chicas». Exagera, claro, pero no tanto. Es lo que tienen las estrellas. Y si son rubias, mejor.
«Estoy mejor que antes de Navidad», reconoce el jugador, recién salido del vestuario. Tras cuatro meses en Logroño, habla un aceptable español: los buenos resultados de la cláusula de contrato por la que exigía al club un profesor de castellano.
«Estoy bien de forma. Salir fuera, ir al Mundial, estar jugando fuera me ha venido bien», admite. Porque, a la vuelta, se ha encontrado con buenas cosas. «Mis compañeros han trabajado muy bien este mes, creo que el equipo está mejor que antes, jugamos mejor que al final de la primera vuelta».
Tvedten volverá a encontrarse el sábado con el equipo con el que estableció la que por ahora es la mayor marca goleadora de la liga, el Bidasoa Irún. Esta vez será en el Palacio. Yo que ustedes no me lo perdería.
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