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LEONTXO GARCÍA
Domingo, 21 de enero 2007, 11:42
Siete más tarde, Pastor tuvo que cambiar de portero sin esperar al descanso porque Barrufet no atinaba. Hombrados lo hizo mucho mejor: a Zaky le paró un tiro a bocajarro y un penalti, y otro a El Ahmar. Ahí se inició una ligera mejoría de España.
El empate con el que empezó la segunda parte incitaba a pensar que la mayor solidez del banquillo español sería decisiva en la segunda parte. Pero la situación ya era la que temía Pastor en la víspera: los egipcios, como motos, metidos de lleno en el primer partido, en el que son más temibles porque están frescos. Y entonces apareció el que nadie esperaba: el zurdo Beláustegui, casi inactivo en el Ciudad Real desde que se lesionó, hace un año, y llamado a última hora para sustituir al herido Puig, soltó el brazo de pronto para marcar dos goles muy bellos y poner a España por delante, por primera vez en todo el partido, a diez minutos del final.
Los africanos no tiraron la toalla, pero a España le quedaba una gran baza por jugar: Iker Romero y Alberto Entrerríos apenas habían brillado hasta entonces. Y el segundo de ellos se destapó entonces con otro par de excelentes goles, mientras Hombrados seguía maravillando entre palos y el pivote Uríos convertía en penalti o gol casi todo lo que le llegaba. La defensa ya estaba bien asentada, mientras la egipcia flojeaba. Ahí se decidió, por fin, un combate memorable, de los que resaltan la belleza del balonmano.
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