Vaya sorpresa

Y ahí es cuando me he llevado la sorpresa: dentro había gente. Trabajando. Es más, en la puerta de los despachos había rotulitos. Y dentro, jefes. También trabajando. Por haber, hay incluso un concejal de Urbanismo. Y pásmense, hasta el alcalde es arquitecto. Luego he hecho pesquisas. Y sí, existe una Consejería con competencias en Urbanismo. Y hay gente que vive de esto en Madrid, en un edificio en cuya puerta pone 'Ministerio'.

Se dirán que nada de eso resulta sorprendente; pero yo, que soy de natural más bien tonto, vengo ojiplático. Porque tras leer este periódico que tienen en sus manos (bueno, éste no, el de ayer) salí de casa convencido de que era imposible que nadie se ocupara de la planificación urbana. Que aquí esas cosas debían hacerse al buen tuntún: dos que se juntan en el bar de abajo, sacan un lápiz y pintan unas rayas. Unas calles aquí, un bulevar allá. Y ponme dos pinchos, Pepe. Uno picante y otro sin picar.

Si no, ya me dirán ustedes: se estudian ya las opciones para solucionar el problema de la Circunvalación sur de Logroño, porque la actual está obsoleta. Ojito al numerito: la obra, la más cara que se había hecho en la ciudad hasta esa fecha, fue inaugurada en el 2002. Hace cuatro años y un poco. Pero ya no vale. Está pasada, la ciudad se la ha comido, el tráfico es demasiado para ella. Hay que estudiar otra cosa y volver a gastar.

Y resulta que nadie se dio cuenta de que estaban tirando docenas de millones de euros a la basura. Es más: casi a la vez que se planificaba esa obra, se le aumentaba el plazo de concesión a la Autopista Vasco Aragonesa, ésa que igual ahora hay que liberar. Lo cual costará carísimo. Vaya sorpresa.