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V. SOTO
Miércoles, 13 de diciembre 2006, 01:40
Uno de estos pilares de la nueva pedagogía española es Manuel Pedro Bartolomé Cossío, del que el año entrante se va a cumplir el 150 aniversario de su nacimiento en Haro , ciudad que está preparando diversos actos de homenaje, al igual que la Consejería de Educación.
Hijo del juez de primera instancia de la localidad jarrera, Patricio Bartolomé Flores, y de Natalia Cossío, el joven tuvo poco tiempo para disfrutar de la ciudad riojana. Sin embargo, pese a que a los once años ya cursaba sus estudios en El Escorial, Bartolomé Cossío siempre mostró gestos de agradecimiento a su población natal, como cuando en 1933 intervino decisivamente para que Haro contase con su primer Instituto de Enseñanza Secundaria.
Bartolomé Cossío destacó desde joven por su carácter renacentista. Interesado en todo tipo de materias, desde las artísticas hasta las filosóficas pasando por las científicas, el jarrero decidió aunar todos sus intereses en una sola dirección: la pedagogía. Además, el ambiente de la época resultaba propicio. Las reformas llegaban a España y aparecían figuras de talante aperturista e influencias europeas, como Joaquín Costa, jurista e historiador, o Francisco Giner de los Ríos, verdadero maestro de Cossío y que mantuvo una estrechísima relación con el jarrero.
En 1876, Madrid acoge la apertura de la Institución Libre de Enseñanza, un centro de estudios formados por catedráticos marginados de sus puestos por no acatar las normas morales, religiosas y políticas imperantes. Bartolomé Cossío entra a formar parte de la Institución, primero como alumno, aunque pronto pasará a labores de profesor adjunto. En este núcleo nacen las principales ideas revolucionarias en materia pedagógica.
El riojano lo resume en una de sus citas: «El primer material de enseñanza; el adecuado en todo caso, el que está siempre vivo, el que no se agota jamás, es la realidad misma, que generosamente se nos ofrece».
Acercar la formación
Para cumplirlo, Cossío emprende dos labores fundamentales. Primero, formar a los profesores y dotarles de unas condiciones de sueldo y libertad de enseñanza inexistentes hasta el momento y, segundo, llevar la educación a todos los lugares. Para lograr su primer objetivo, Bartolomé Cossío presidirá desde 1882 el Museo Nacional de Instrucción Primaria, primero en España, que muestra herramientas pedagógicas y que está destinado a los enseñantes. En segundo lugar, y ya dentro de la II República, la fundación de las Misiones Pedagógicas, que junto a otras actividades a menor escala de la Institución Libre de Enseñanza tratan de llevar la pedagogía a todos los rincones e, incluso, el teatro o las bellas artes mediantes museos portátiles. Durante los años finales de su vida, Cossío siguió siendo el alma de los reformadores pedagógicos, aunque la nueva generación surgida de la Institución Libre de Enseñanza deseaba alcanzar nuevas metas. Republicano convencido, es elegido parlamentario de las Cortes Constituyentes, aunque su pésimo estado de salud impide tomar cargo. Poco antes de fallecer, recibió con sorpresa el título de 'Ciudadano de Honor de la II República', concedido en exclusiva a él y a Unamuno.
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