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Mamá Darien
BALONMANO DARIEN LOGROÑO - FC BARCELONA

Mamá Darien

El Darien cae apalizado por el Barça en un partido con poca tensión.

PABLO ÁLVAREZ

Jueves, 7 de diciembre 2006, 19:12

Que el Darien perdiera ayer era lo más probable, sí. Que lo hiciera por una renta cómoda entraba en los planes, correcto. Pero el sabor de boca que dejó el Darien ante su público (llenazo en el Palacio) fue agrio. Demasiadas facilidades.

El Darien no atacó mal. Al menos, no demasiado: 13 goles en la primera parte, 14 en la segunda. El problema estuvo en la defensa. Suárez intentó todo el arsenal de opciones de que dispone, algunas nunca vistas en el palacio: 6-0, 5-1, 5-1 con defensa individual, 4-2... Pero no funcionó nada.

Quizá el problema fuera de cabeza. Suárez decía tras el partido que a los suyos les pesó el escudo. El rival, se entiende. Para hacerle pupa a un enemigo así hay que pintarse la cara de camuflaje y tirarse al monte: espíritu de guerrilla, se llama. No dejar que nada de lo que haga en el campo sea cómodo, hacer que cada pase cueste un triunfo, que nadie se acerque a menos de 9 metros sin tener una mano rondando.

Exclusiones

Pero la cosa no fue así, no. Ni mucho menos. Significativo, por ejemplo, lo de las exclusiones; una defensa aguerrida recibe exclusiones, porque siempre se defiende al límite. Pero ayer, al Darien le pitaron dos en todo el partido: una por un enganchón sin bola entre Amargant y Skrbic, y otra a Jagacic, que casi manda a Juanín a la luna de un empujón en un contraataque (y 'el artista' metió un golazo, además). O sea, exclusiones de verdad, de las de defender fuerte en estático, ni una.

Cuando la defensa no chuta, el partido está condenado. El Darien aguantó mientras pudo devolver gol tras gol. Pero eso, ante un equipo con el talento de los azulgrana, dura poco. Exactamente, 10 minutos (6-6). Después, poco a poco el Barça se fue despegando.

Los locales no tenían todas sus armas (Pepe se lesionó durante el encuentro, y Alonso estaba con gastroenteritis), pero tampoco los visitantes andaban finos: Iker Romero jugó poquito y entre algodones, tocado. Y Salva Puig se llevó un balonazo fortuito de Isaías Guardiola (que poco a poco va creciendo, por cierto) y se retiró conmocionado. Al Darien, además, le sigue faltando Tvedten (ausente desde hace unas semanas).

La segunda parte fue un festival de extremos. De los catalanes, se entiende. Juanín García estuvo soberbio, y Víctor Tomás salió al final para machacar con cinco contras consecutivas. No es nada ilógico: se defiende mal, el Darien no sale a la contra. Poco a poco el resultado va pesando, y se pierden balones: quien contraataca es el Barça. Y encima se intentan defensas abiertas. Al final, los extremos se hinchan.

En fin. La entidad del rival hace que estos partidos no sean aptos para sacar conclusiones. Se echó en falta algo más de raza, pero la vida sigue. Y ésta, al final, no es nuestra guerra.

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