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PABLO ÁLVAREZ
Domingo, 17 de septiembre 2006, 15:53
En un partido tan duro, con tanta lucha y sin nada decidido hasta que faltaron dos minutos, todo el equipo merece reconocimiento. Pero ayer uno brilló con luz propia, e injusto sería no reconocérselo. El noruego Havard Tvedten hizo un partido propio de un crack. Marcó 14 goles, 5 de ellos de penalti, incluidos 4 seguidos mediada la primera parte. Los superjugadores marcan cuando se les necesita, y Tvedten lo hizo así: cogió el marcador en 22-22 y lo dejó, en cinco minutos de recital, en 22-26. Incluyendo una acción que se ganó los aplausos de la afición rival. En el 43, con empate, tiró su cuarto penalti de la noche. El portero Irundarra detuvo el lanzamiento, pero el balón salió rebotado hacia el frente. Tvedten, que estaba en el suelo, salió disparado hacia arriba, cazó el balón en el aire y lo metió en la puerta antes de caer. Artaleku, rendido. Y la Asobal, bien pronto: ha llegado otra estrella.
Buena primera
La primera parte fue del Darien. Apenas había comenzado el partido y Novelle había estrellado un balón en el larguero que se oyó en Francia. Era un presagio: el Darien iba a dominar los primeros treinta minutos con un ritmo muy alto, llevado en volandas, sobre todo, por el juego de sus extremos: 3 goles de Josep Masachs y 7 ya de Tvedten.
La defensa 6-0 de Suárez lograba parar muchas cosas de los amarillos: sólo Ivan Stankovic, el que se esperaba, lograba agujerear la muralla. Como él sabe: chocando, chocando y volviendo a chocar. En la defensa del Darien, Pepe Novelle y Ángel Romero volvían a dar muestra de lo que valen. Ya no son una sorpresa; quien pronosticaba que estos niños podían llegar lejos ya puede ir poniéndose la medalla.
Dejando aparte el brillo noruego, el Darien sobrevive porque funciona como debe: como un colectivo. La defensa es exigente para el rival. Eso provoca exclusiones -ayer, de nuevo, demasiadas- pero hace que ganar a este equipo vaya camino de ser misión de valientes.
En ataque, pocos son los que se atreven a la veleidad. Pocos lunares se pueden poner al juego: un par de pérdidas demasiado tontas dieron vida al Bidasoa irundarra en la segunda, y eso conviene evitarlo.
Porque la segunda parte fue una guerra. Salió fortísimo Bidasoa, y para el minuto 6 el partido estaba en tablas. Contribuyó que el Darien pasara seis de los primeros 10 minutos en inferioridad, pero esas cosas pasan. El partido llegó igualadísimo hasta el minuto 13.
Decía antes del partido Alberto Suárez que el partido se decidiría por «pequeños detalles». En esta ocasión, ese pequeño detalle lleva el número 20 en la camiseta. Los cuatro goles del noruego -penalti imposible, contra, vaselina...- fueron el detalle. Desde entonces la cuestión estuvo en la lucha. Stankovic seguía a lo suyo -cuatro goles desde el minuto 50- pero nadie más parecía capaz de superar a Torrego. Grande el catalán: 15 paradas, todas en la segunda mitad.
Y así estamos. El Darien ha llegado a la Asobal; tiene un conjunto poderoso y entregado a muerte. Tiene muy claro qué quiere hacer en cada momento. Y tiene un cohete noruego por el extremo izquierdo. Ayer Irún vivió el estallido del chupinazo Tvedten.
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