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NAFARRATE.
Domingo, 9 de abril 2006, 02:00
El ambiente estuvo más relajado que de costumbre porque enseguida se pudo comprobar que el Malagueta estaba acomplejado en Logroño. Y ya no es por la falta de tensión, que también se trasladó a la grada, es que con tanta chavalería correteando por las escaleras, los papás y mamás no tuvieron respiro para seguir con la mirada a sus retoños porque alguno va a caer rodando desde arriba hasta la cancha. Pero así se hace afición, con los chavales en el Palacio. Es una inversión a largo plazo, claro, o a larguísimo, porque también había alguno metidito en su carrito de bebé, y con el ambientazo, las mamás tenían que asomarse para ver si el niño lloraba, que no es lo mismo que en casa y en el silencio de la noche.
Esperaba al Darien la pancarta tradicional que recordaba el resultado conseguido fuera. En este caso el de Cuenca: «26-29, encantados», rezaba el credo.
Se vio en la grada a una peña de reducida dimensión pero representada al cien por cien, la 'Iron Maiden'. Estaba 'Iron' y estaba 'Maiden'.
Titín y sus hijos estaban en la cancha y también se pudo ver a Víctor Uriarte, que fue portero del Logroño la temporada pasada y que suele darse una vueltecita por Logroño de vez en cuando.
Tampoco faltaron varios de los jugadores de la selección española júnior, que van a jugar en Logroño mañana y la entrada va a ser gratuita. Vestidos con la camiseta roja de la selección, animaron a todos sus colegas, pero también se les vio más entregados cuando Pepe Novelle, su compañero en el combinado nacional marcó un gol y se lo dedicó.
Más psicología que táctica
Ellos podrán dar fe de cómo se vive un partido en Logroño, y eso que el de ayer invitaba a la charla y al reposo en el respaldo. Quizá por ese motivo, la labor del entrenador local tuvo una función más psicológica que táctica. No dudó el míster en parar el partido y soltar la bronca porque se notaba el relax. En partidos de esta naturaleza es cuando tiene que salir a flote el nivel de compromiso y, es probable, que el equipo ayer desafinara un poco, especialmente cuando afloraron los solistas.
Tampoco dramatizó el míster, que hay que dejar, de vez en cuando, rienda suelta a los impulsos más íntimos, pero no dejó de ser un toque de atención, como queriendo decir, 'vale chicos, pero estas tontadas no las hagáis cuando la cosa se ponga seria'.
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