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BALONMANO.DIVISIÓN DE HONOR B LACERA NARANCO - DARIEN LOGROÑO

Qué carallu

Buen rollito, lencería fina y gente amable: balonmano a la asturiana

PABLO ÁLVAREZ.

Domingo, 19 de febrero 2006, 01:00

Aunque sean un punto bizarros: el espectáculo de ver a media docena de mozas y mozos de buen ver pasándose una pelotita en paños menores es algo poco visto. El desfile de lencería del descanso, gentileza de los comerciantes locales de lo textil, obró el milagro: nadie se movió de su banco. Los del ambigú harían poca caja, pero, qué carallu, un día es un día.

Puede que el desfile hiciera descolocar algunas cabezas. Osado sería adjudicar a tanta turgencia suelta la pájara de los logroñeses de la segunda parte. ¿Sería una táctica sibilina de los asturianos? No es de creer, aunque ni por esas: hacen falta muchas tetas y culos (con perdón) para descolocar a los chavales del Darien. Aunque sus prisas por volver del descanso fueran sospechosas.

En fin, pelillos a la mar. Había alguna cabeza más descolocada por la cuestión lenceril. Como la del espiker, que le adjudicó un gol de Isaías... a Gurutz Aginalgalde, que además de ser portero estaba el pobre pasando sus purgaciones en el banquillo. O también andaba algo descolocado el simpático delegado del Naranco, que tras una acción de Josef Bösze estuvo discutiendo unas cosillas con el húngaro (con el balón en juego) hasta que el colegiado le enseñó cómo de amarillas eran sus tarjetas. Se me calle. Qué carallu.

Porque ésa es otra. Da gusto viajar cuando uno se encuentra tan buen ambiente. Será que media plantilla del Darien ha pasado por Oviedo en su vida profesional. O será que Asturias es así, de buen conformar y rollito guapo a tutiplén. Pero el gentío se dedicó a gozar del balonmano, aplaudiendo a los suyos -que no cejaban en el empeño- y también a los no suyos. Avelino fue recibido como a un primo querido al que no se ve hace tiempo. Y Gabor Decsi recibió una ovación de gala tras enganchar un cañonazo de los suyos casi al final. Era un golazo, y así lo reconoció la peña, aunque sirviera para enterrar del todo las opciones de los suyos.

Y en fin. El público se fue contento con su ración de balonmano de nivel; los locales tuvieron al menos la honrilla de haber dado la cara. Y el Darien se fue a celebrarlo con fabes de Avilés, que eso presta. El autobús se cargaría luego de aromas de victoria, pero qué carallu: así es el balonmano en la patria asturiana.

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