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PABLO G. MANCHA.
Domingo, 8 de enero 2006, 01:00
Y allí, superprotegido por la banda de las dos orillas, tres marroquíes con el brillante violín de Faiçal a la cabeza y cinco compatriotas para agarrar el compás, 'El Lebrijano' fue desgranando la noche en un concierto efectista y monótono en el que por momentos dio la sensación de falta de facultades y de compromiso.
La verdad es que da la sensación de que Actual y el flamenco no acaban de entenderse. Parecen vidas paralelas, vías de ferrocarril que discurren cada una por su lado y que ni en el horizonte se logran besar. Quizás de la lejanía de la memoria se pueda rescatar algún cruce de caminos afortunado, como el maravilloso concierto que dejó Gerardo Núñez y su gente en una tarde del Bretón cuando ya languidecía en el recuerdo la presentación de 'Omega' o la visita de Estrella Morente en otro concierto agraciado. Casi todo lo demás ha sido prescindible, con matices, con buenos nombres, con apuestas tan arriesgadas como meter a Enrique Morente en un palacio de los deportes con el escaso ropaje de una guitarra y desde allí luchar contra todos los elementos de los espacios siderales. Una vez más, Actual se quiso poner flamenco con la presencia de 'El Lebrijano' y la cosa no pasó a mayores porque ni 'El Lebrijano' recuerda lo que fue y porque su camino actual no es exactamente flamenco, es una mezcolanza de tonos con ritmos detangos y rumbas por doquier. Pero tiene su público y muchos disfrutaron, a pesar de que el flamenco como tal, este año ha pasado de puntillas.
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