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RAMÓN GORRIARÁN
Domingo, 29 de octubre 2017, 01:15
madrid. Hay que remontarse hasta 1935 para encontrar al predecesor de Soraya Sáenz de Santamaría al frente de la Generalitat. El anterior responsable interino del Ejecutivo de Cataluña fue un polémico político del Partido Radical, Juan Pich i Pon, nombrado gobernador general por el Gobierno de Alejandro Lerroux tras la asonada independentista que protagonizó un año antes Lluís Companys.
Su gestión fue efímera, de abril a octubre de 1935, y un desastre, al decir de las crónicas de la época. El presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, discrepó con la decisión de su primer ministro de intervenir la Generalitat y nombrar a Pich i Pon. La salida, dijo entonces el presidente, era una catástrofe política porque se acabó «convirtiendo la autonomía en la dictadura de una especie de virrey republicano, que para mayor inri fue un radical mal visto, Pich i Pon». Alcalá Zamora forzó su destitución y sustitución por Manuel Portela Valladares.
Aquel gobernador general de Cataluña fue un adelantado a lo que luego serían personajes como Jesús Gil. Comenzó su vida laboral como electricista, pero con sueños empresariales que en buena medida culminó. Logró un contrato para el alumbrado público de la capital catalana, y a partir de ahí se introdujo en los círculos del poder catalán a la sombra del populismo de Lerroux mientras su emporio mercantil crecía, negocios eléctricos, periódicos, artes gráficas. En paralelo desarrolló una exitosa carrera política que le llevó a ser, junto a Françesc Cambó, comisario de la Exposición Universal de Barcelona en 1929 y alcalde de la capital catalana en enero de 1935.
Pero no fueron sus éxitos empresariales o políticos los que le abrieron un hueco en la historia, es más recordado por sus patinazos lingüísticos, fruto muchos de ellos de su escasa formación cultural. «Al oír cantar 'La Marsellesa' se me erizan los pelos del corazón»; «en la rambla de Catalunya han abierto un restaurante con luz genital»; «A ver, empecemos la reunión por la 'A' de Hacienda». Su carrera pública, siempre subordinada a los intereses empresariales, tocó a su fin cuando su amigo Lerroux le nombró gobernador general de Cataluña.
Además de ser fulminado en seis meses, se vio envuelto en el escándalo del 'estraperlo', cobro de comisiones por la introducción en España de un juego de ruleta con ese nombre, que acabó con el Gobierno 'lerrouxista' y con la vida de Pich i Pon, que al comenzar la Guerra civil se exilió en Francia y murió en París un año después.
Sáenz de Santamaría no tiene, como es evidente, intención de hacer carrera política con la gestión interina de la Generalitat ni se va a instalar en el Palau de la plaza de Sant Jaume, como hizo su antecesor. Va a administrar y coordinar las consejerías hasta la llegada del Gobierno que surja de las elecciones catalanas del 21 de diciembre.
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