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CRISTIAN REINO
Domingo, 23 de abril 2017, 00:13
España y su modelo territorial y el encaje de Cataluña marcaron ayer la pugna por el liderazgo del PSOE con la presencia de dos de los tres candidatos en tierras catalanas. Pedro Sánchez, el favorito entre la militancia del PSC, hizo una exhibición de fuerza, lanzó guiños al catalanismo no rupturista, definió a Cataluña como una nación -una vieja reivindicación del soberanismo y también del PSC- y a España, como una nación de naciones. Un concepto que ya utiliza Podemos y que el dirigente socialista rescató del legado de Gregorio Peces Barba.
Durante la tramitación del Estatuto catalán de 2006, el término nación fue uno de los puntos de mayor fricción entre los negociadores. La solución a la que llegaron José Luis Rodríguez Zapatero y Artur Mas fue incluir el concepto en el preámbulo, pero fuera del articulado. El Constitucional no lo tumbó, pero también dijo que no tenía efectos jurídicos.
Ahora, siete años después de la sentencia del Estatuto y en pleno desafío soberanista, Sánchez considera que es preciso acometer una reforma constitucional que reconozca a «Cataluña como lo que es, una nación», según afirmó en Barcelona. El exsecretario general se dio un baño de masas en la capital catalana, en un mitin ante 3.000 personas, lo que confirma que la federación socialista catalana, la tercera en importancia según el número de militantes, es 'sanchista'. Buena parte de la plana mayor del PSC arropó al exlíder socialista, que agradeció a la organización su «lealtad» por mantenerse junto a él cuando fue descabalgado hace seis meses de la secretaría general en vísperas de la investidura de Rajoy.
Sánchez mueve ficha en el debate territorial y es el candidato de los tres en liza que se atreve a ir más lejos. En parte busca ganarse al PSC y, de paso, abona el terreno por si en el futuro tuviera que buscar alianzas con los soberanistas catalanes.
Parar las máquinas
Mientras, Patxi López, que se está volcando en Cataluña y ha acudido a este territorio cinco veces en la campaña, mantiene una posición intermedia entre lo que defienden Sánchez y Díaz en política territorial. El exlehendakari está dispuesto a reconocer a Cataluña como «nación cultural», aunque también afeó a Sánchez que este «no es el debate de verdad». A su juicio, lo que es más urgente en la crisis catalana es que la Generalitat «pare máquinas» y frene el referéndum, porque conduce a «frustraciones, divisiones y enfrentamientos». Como receta propone hacer política, dialogar y buscar el entendimiento. «España, antes que una nación de naciones, es un pacto de ciudadanos libres que define la convivencia de distintos con derechos iguales. Por eso busco un pacto de distintos, la definición es relativa», remató en un acto en Lleida.
Susana Díaz, que viajará el próximo miércoles a Barcelona, se desplazó ayer sábado a Elche (Alicante), donde no entró en el debate territorial, como López y Sánchez, sino que hizo un discurso en clave de partido y afirmó que en el PSOE «no sobra ninguno».
«No quiero ser la secretaria general de los que ganen las primarias, sino la de todos los socialistas», aseguró acompañada del presidente valenciano, Ximo Puig. La dirigente andaluza pidió a los militantes socialistas «rebeldía» para «levantar» el partido y «un nuevo país», y les reclamó «orgullo» para que «nadie» les acompleje «de nada».
En referencia a Sánchez, señaló que se ha terminado el periodo de «las lamentaciones» y abogó por un PSOE «unido y ganador» en el que se hable «bien» de los compañeros «apoyen a quien apoyen».
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