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Mateo Balín
Jueves, 13 de octubre 2016, 20:14
A ojo de buen cubero, el archivador que Correa colocó en la mesa no tenía menos de 250 páginas. Recurrió a él en numerosas ocasiones en su primera jornada de su maratoniana declaración. Tiró también de botellín de agua y de coca-cola zero. «He ... tomado dos y tengo que ir a orinar», soltó el cabecilla de la trama 'Gürtel' poco después de reanudarse la sesión de la tarde. Pese a la cafeína, lo cierto es que Correa fue relajándose a medida que pasaban los minutos, las horas. Dejó de atusarse el pelo, de llevarse las manos a la rodilla, incluso habló de su niñez, de su primer mitin con La Pasionaria, y de su afición al Atlético de Madrid.
Correa se enfundó de buena mañana un traje azul marino, corbata al tono y cinturón negro, de idéntico color que sus impecables zapatos, de estreno o casi; abotonó su camisa blanca con unos portentosos gemelos y en su muñeca izquierda, un par de pulseras de piel. De piel y negra también la cartera en la que introdujo al salir de casa su abultado archivador. Probablemente, de buena marca, como la de su abogado, que este jueves estrenó, saltaba a la vista, una de Louis Vuitton; sí, de la misma firma que algún que otro bolso que regaló en otras épocas.
La afonía de su abogado no fue obstáculo para transmitir que la cosa iba bien, que la declaración de su cliente iba por el camino diseñado. Hasta Álvaro Pérez, 'el Bigotes', se dio cuenta de ello. «Os está dando juego, eh!!», soltó jocoso a los informadores. Sabe que aún queda Correa para rato.
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