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Paula De las Heras
Miércoles, 24 de febrero 2016, 04:06
El secretario general del PSOE sabe que los votos de Ciudadanos no le sirven para superar la investidura, pero dedicará todos sus esfuerzos a presentar un 'no' del resto de fuerzas parlamentarias como un empeño simple y llano de obstaculizar un Gobierno "progresista y reformista" ... y no como la manifestación de legítimas diferencias insalvables. "Quienes dicen que este pacto no suma no han entendido nada, porque sí suma -ha argumentado-, es un acuerdo histórico que abre una senda de reformas progresistas que están demandando los españoles; suma porque propone una solución al atasco político, porque no excluye, no confronta y convoca a los españoles".
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Sánchez y Rivera, que han firmado esta mañana en el Congreso su acuerdo de sesenta y cinco páginas y posteriormente han comparecido por separado ante los medios, tratan de dar a su apretón de manos un carácter épico, casi como si juntos pretendieran encarnar el espíritu de Adolfo Suárez, al que el presidente de Ciudadanos ha llegado a citar en su intervención. El suyo no sería, según ese relato, un simple pacto entre una formación de centro izquierda y otra de centro derecha, sino el germen para la transformación económica, política e institucional que requiere, desde su punto de vista, España. "Cumplimos el mandato de los ciudadanos -ha insistido así Sánchez-; la única victoria política es el acuerdo". "Hemos recorrido un camino con generosidad para que ganen los españoles".
Los socialistas aseguran estar tranquilos y confían en poder presionar ahora a izquierda y derecha, aunque no logren grandes resultados antes de la segunda votación de la investidura, el día 5 (en la primera, del 2 de marzo, haría falta una mayoría absoluta 'a priori' imposible de alcanzar). Su buen ánimo se sustenta en el hecho de que los 40 diputados de Ciudadanos le permiten al menos superar los 123 del PP; de modo que, incluso en caso de que las cuentas no le salgan dentro de una semana, Sánchez seguirá manteniendo la iniciativa durante los dos meses de plazo que pueden transcurrir antes de que haya que tirar la toalla y se convoquen nuevas elecciones.
Si había alguna duda al respecto, el líder del PSOE lo dejó claro. "El acuerdo no tiene fecha de caducidad; es el primero de muchos que esperamos firmar". Eso significa que espera construir a partir de ese núcleo. Lo que no dice es cómo, si su idea es gobernar en solitario, si -como parece obvio- descarta ya por completo un Ejecutivo de coalición con Pablo Iglesias, si quiere de vicepresidente a Albert Rivera o si le incomodaría el 'sí' o la abstención del PP. "Vamos a ceñir esta rueda de prensa al contenido del acuerdo", ha argüido para esquivar las preguntas al respecto.
Lo que sí ha defendido es que su 'Acuerdo para un Gobierno reformista y de progreso' con Rivera (al que él equiparó durante la campaña al PP "con 20 años menos") permite el enganche de Podemos, de Izquierda Unida y de Compromís. "Si hay personas que consideran que no es de izquierdas que lo lean y me digan dónde", ha replicado en clara alusión a Pablo Iglesias. "Quien se presenta es un candidato del partido socialista".
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