Comienzo tranquilizador
Diego Carcedo
Miércoles, 13 de enero 2016, 12:02
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Diego Carcedo
Miércoles, 13 de enero 2016, 12:02
La constitución de las nuevas Cortes ha sido un bálsamo tranquilizador para una buena parte de la sociedad española. Era la primera prueba para la dispersión parlamentaria que arrojaron las urnas en diciembre y la realidad es que los protagonistas no han defraudado. Se ha ... repetido una y mil veces que el mandato electoral a los partidos era hablar, negociar y entenderse y, de momento, lo han cumplido. No se han conseguido mayorías absolutas, aplastantes como estábamos acostumbrados, pero la necesidad y la ventaja de las coaliciones parece que empieza a prosperar.
El acuerdo logrado ayer en el Congreso en el Senado era más fácil puesto que el PP cuenta con mayoría absoluta es muy importante y prometedor de una nueva etapa en las relaciones políticas. Pero, hay que apresurarse a añadirlo, tampoco da por resuelto ni mucho menos el principal problema que está sobre la mesa: la formación del Gobierno, de un Gobierno de base amplia, con capacidad clara para afrontar los asuntos que esperan en la agenda política, pero sin prescindir de algo fundamental, en democracia: una oposición igualmente firme.
Que se puede lograr, es evidente y la sociedad española lo está esperando aunque no de manera unánime respecto al cómo y el quien. Eso habrán de ser los propios políticos los que lo traten y los que sepan ceder porque el acuerdo que se cierre tendrá que partir de cesiones de todas las partes, en los objetivos de sus programas, en las estrategias y alianzas que implique y en las personas que lo encabecen. Se trata de conseguir una fórmula que garantice la estabilidad y eso quizás requiera que algún nombre se sacrifique en el intento.
Y cuando se habla de estabilidad, se habla de un Gobierno duradero, quizás no para los cuatro años de Legislatura, pero sí para un buen tramo, y de un Gobierno cohesionado, en el que sus miembros de diferentes partidos no se pongan a la greña desde el primer día. Eso vale lo mismo para un Gobierno de coalición que para un acuerdo de Legislatura. Otra cuestión es que algún partido y es otra forma de entendimiento- pueda facilitar la investidura del Presidente pero sin mayor compromiso ni renuncia a mantener una oposición firme cuando el Ejecutivo empiece a trabajar.
El acuerdo parlamentario que ha colocado en la presidencia del Congreso a Pachi López encabezando una mesa plural y equilibrada no es el final, sino el comienzo y el ejemplo de lo que se puede conseguir con buena voluntad. La opinión pública no quiere tener que volver a votar en la primavera y unas nuevas elecciones podría ocurrir que terminen dejando en el aire los mismos problemas que ahora existen. A la mayor parte de los partidos, si es que no a todos, tampoco debe interesarles.
Unas elecciones, sobre todo tan imprevistas y tan reiterativas después de unos meses en que se han venido sucediendo muchas convocatorias andaluzas, europeas, autonómicas, municipales, catalanas y generales y a pocos meses de las gallegas, a los partidos es imposible que puedan convenirles. Primero por el coste que les supone a sus endebles tesorerías pero sobre todo por la mala imagen democrática que ese recurso siempre causa.
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