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A. R. A.
Martes, 29 de diciembre 2015, 10:10
David Marjaliza está a punto de quedar en libertad. El pasado 16 de diciembre, el juez Eloy Velasco decidió modificar las medidas cautelares del considerado cerebro de Púnica y pasar de prisión incondicional a otra eludible bajo fianza de 100.000 euros. No correrá la ... misma suerte su amigo de la infancia. El ex secretario general del PP de Madrid Francisco Granados seguirá entre rejas otra buena temporada. Entró en la cárcel el 31 de octubre de 2014 y ayer se supo que el magistrado de la Audiencia Nacional que instruye el caso ha decidido hacer caso omiso a su petición de libertad. El motivo hay que buscarlo en el nuevo hallazgo a sumar a una causa que investiga una trama de corrupción que se adjudicó contratos de hasta cien millones de euros de forma irregular. El caso Púnica, que surgió en el municipio madrileño de Valdemoro y luego se extendió por la Comunidad de Madrid, Murcia y León, entre otras regiones, ya cuenta con casi un centenar de imputados, algunos de ellos señalados por Marjaliza, que un buen día decidió cambiar de estrategia y colaborar con la Justicia ante el panorama tan oscuro que se le presentaba. Desde entonces ha acudido media docena de veces al juzgado y ha prestado hasta trece horas de declaración ante el juez.
Y parece que una de sus últimas confesiones, a juzgar por la secuencia de los hechos, ha echado otra pala de tierra sobre quien fuera la mano derecha de Esperanza Aguirre. Porque solo dos días después de que el juez Velasco allanara el camino de Marjaliza, el magistrado ordenó, el 18 de diciembre, el registro de la casa de los suegros de Francisco Granados. Y allí, en el chalé unifamiliar de Valdemoro, agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil hallaron cerca de un millón de euros, en varios fajos de billetes, escondidos en un altillo de un armario, además de documentación relacionada con el caso y que podría implicar a nuevos sujetos.
Ante el hallazgo, el juez de la Audiencia Nacional llamó a declarar la semana pasada a los padres de la mujer de Granados, Nieves Alarcón, en calidad de imputados de un delito de blanqueo de capitales. Juan Alarcón, médico de familia jubilado, y Catalina Castellanos afirmaron que el dinero no era suyo, y parece ser que tampoco se prepararon una confesión creíble. "Un ladrón, fue un ladrón el que dejó ahí el dinero", llegó a decir el suegro de Granados, ante la sorpresa de todos. Luego responsabilizó del hallazgo a operarios que entraron en su casa. Lo que, según fuentes de la investigación, se cree es que ese millón de euros procede de las actividades ilícitas del exconsejero madrileño, es decir, del cobro de comisiones a cambio de favores políticos. Granados habría entregado el dinero a su esposa, que a su vez lo habría ocultado en casa de sus padres para evitar que la Guardia Civil lo encontrara en una posible operación policial. Y el hallazgo de este botín es el que ha llevado al juez Eloy Velasco a denegar la petición de libertad de Francisco Granados.
La cuenta en Suiza
La situación del que fuera hombre fuerte de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, es compleja. Marjaliza lo ha dejado en la estacada con sus revelaciones y, además, el mensaje lanzado por el juez Velasco y las fiscales del caso Púnica parace claro: si quiere recibir algún premio tendrá antes que colaborar con la Justicia y contar todo lo que sabe. En su única comparecencia ante Velasco, Granados negó cualquier irregularidad y a la pregunta de si conocía antes de 1999 la ordenación de los terrenos que después fueron de su propiedad y con los que dio un auténtico pelotazo se limitó a decir que «esos terrenos estaban ya recalificados cuando murió mi padre en 1998». Aquel 31 de octubre de 2014, que fue el primer día que durmió en la cárcel, también dijo que «me olvidé» de que tenía una cuenta en Suiza.
Por su parte, Marjaliza, a quien se le atribuye un patrimonio de 33 millones de euros de muy dudosa procedencia, sigue a la espera de que los peritos certifiquen si la finca que aportó como aval de los 100.000 euros que el juez le impuso como fianza alcanza esa cuantía y puede comer las uvas en libertad, consciente ya de que cuanto menos oculte más despejado quedará su camino y, posiblemente, más piedras tendrá el de Granados.
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