Media España, es un decir, seguro que me quedo corto, respiró tranquila anoche cuando llegó la noticia de que el asesino de Cuenca había sido detenido. Dentro del drama de la muerte de las dos jóvenes Laura y Marina, cuyos cadáveres habían sido hallados entre ... cal viva, fue una buena noticia; y como todas las buenas noticias, recibida con una satisfacción popular que nunca conseguirá paliar pero sí amortiguar el dolor por el suceso que estos días conmovió y entristeció a muchos millones de personas incluso fuera de nuestro país.
Agosto está siendo un mes muy duro; la violencia de género a la que habría añadir algunas barbaridades más, como la decapitación de tres niños, dos a manos de su padre y una víctima de la locura de su madre en la capilla de un cementerio argumentando razones exotéricas. Demasiados sucesos terribles perpetrados en pocos días como para no entristecer las vacaciones de muchas personas de bien. Hay que descartar que se trate, como se ha empezado a difundir, de ninguna maldición o castigo divino por nuestros pecados. Esos argumentos son cosa de un pasado lejano.
Se trata, no cabe duda, de una racha de mala suerte que, sí, eso también es cierto, estremece a las conciencias más serenas. Por eso en medio de tanto dolor alegra, qué duda cabe que alegra, que un sujeto tan indeseable como Sergio Morata haya sido apresado y empiece ya a penar por lo que ha hecho. Todo parece que lo había preparado con alevosía, como refleja el hecho de tener comprada la cal y organizada la huida. Por fortuna la Policía no tardó en dar con su pista, en poner sobre alerta a las de otros países y ponerle a buen recaudo.
La colaboración funcionó y el asesino fue detenido en la frontera entre Hungría y Rumanía. Cruzó toda Europa en busca de algún escondite seguro, pero los deseos colectivos compartidos y expresados incluso por su propia familia de que no lo consiguiese se vieron cumplidos con elogiable rapidez. Para los allegados de las dos víctimas será una satisfacción, pensando que dentro de lo ya inevitable, habrá Justicia. Y para el resto de los ciudadanos, además de un respiro de alivio también una sensación de tranquilidad sabiendo que semejante alimaña no seguirá suelta.
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