Secciones
Servicios
Destacamos
Ramón Gorriarán
Domingo, 9 de noviembre 2014, 14:28
Es un barrio 'pijoprogre' con aspecto modesto pero de precios caros. El barrio de Gracia es territorio de Esquerra Republicana, que ha ganado las últimas elecciones en esta zona sin despeinarse, y se nota enseguida. Las largas colas ante los puntos de participación, trasunto de ... colegio electoral, y los balcones abigarrados de banderas independentista no son pues ninguna sorpresa.
En la escuela Vedruna, calle Mayor de Gracia y Belén, la fila daba la vuelta a la esquina en una fresca mañana aderezada con lloviznas. Estaba claro que el mal tiempo, aunque el instituto meteorológico de la Generalitat había anunciado hace unos días una especie de veranillo para este 9-N, no iba a ser un freno. Parejas con niños, jubilados, gente sola y acompañada departen con paciente familiaridad hasta que llega el turno de depositar la papeleta. Marc, de treintaytantos, comenta en voz alta que más que apoyar la independencia, que también, acude a votar para "cerrar la boca al barbas". Se supone que Mariano Rajoy. Rosa, una señora mayor que se ayuda con un andador, se sienta en una silla plegable que le ha llevado alguien a la espera de que la fila avance. No quiere hablar. Por las cercanías merodea una pareja de policías locales, pero su trabajo se limita a estirar las piernas y pasear porque no hay desorden ni incidente alguno.
La calle Verdi conduce tras doblar una esquina a la plaza del Diamante. Sí, la de la novela de Mercè Rodoreda. Algunos valientes desafían al clima sentados en alguna de las terrazas con las estufas puestas. Hay farolas con lazos amarillos, paseantes con camisetas y sudaderas amarillas. Mucho amarillo. Es el tono del día en el barrio de Gracia, es el color de la campaña 'Ara es lhora' que impulsan las organizaciones civiles soberanistas con la Asamblea Nacional Catalana como mascarón de proa. En un balcón, entre los centenares de banderas esteladas, un cartel: "Votar es normal".
Cerca de la plaza, otro punto de participación, el colegio Reina Violant. De nuevo una cola gigantesca. La gente aguarda su turno con calma y charleta. Algunos, con el pan bajo el brazo que acaban de comprar para la comida.
Alex y Lola, con un niño de unos cinco años, no se molestan en disimular, es más, llevan a gala que van a depositar en la urna la papeleta del doble sí al estado propio y a la independencia. Sus chapas en la solapa y la mochila de Ara es lhora no dejan lugar a la imaginación. Otra señora que llega con un hijo adolescente exclama un descriptivo no fotis (no fastidies) al comprobar el tamaño de la cola. Duda entre quedarse o irse. Se pone en la fila.
Idiomas
Apenas se escucha hablar en castellano, todo es catalán, salvo el inglés o el japonés de algunos turistas despistados que miran con cara de entender poco. Una conversación en euskera tampoco cuadra en el paisaje, pero es que el barrio alberga una reducida colonia de vascos y hasta una herriko taberna, habitual punto de reunión líquida y sólida de la izquierda abertzale.
En la plaza de la Villa de Gracia, la más animada de la zona, hay una mesa de información para orientar a la gente sobre su lugar de votación. Hay pocos despistados, en su mayoría gente mayor ajena al mundo de internet, el medio de comunicación por excelencia del 9-N. Un escaparate con una urna llena de bandera esteladas en la cercana calle Goya llama la atención de unos niños con la nariz pegada al cristal y de unos turistas italianos.
La tranquilidad del barrio, apenas circula algún coche por sus calles estrechas, con sus luces de Navidad ya instaladas pero apagadas, deja paso al mucho más señorial y bullicioso paseo de Gracia. El elegante hotel Casa Fuster -5.50 euros la botellita de agua mineral- marca la frontera con una Barcelona de menos color amarillo y mucho tráfico.
Hasta hace unas décadas Gracia era un pueblo que la capital catalana anexionó no sin resistencia de los vecinos, un espíritu independiente y diferenciador que también se manifiesta a la hora de votar la independencia. Aunque no vaya a tener ningún efecto práctico y sea un mero gesto de voluntarismo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Cinco trucos para ahorrar en el supermercado
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.