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julián méndez
Jueves, 15 de mayo 2014, 01:15
Es como para tomárselo muy en serio. Jesús Crossa, el campeón de España de lanzamiento de jabalina, aparece con el venablo en la mano y anuncia, con su vozarrón tinerfeño: «Dicen que no se puede plantar cara a Merkel». Cuidadín. «Dicen que es normal vivir siempre con miedo», le respalda Teresa Rodríguez, maestra en la escuela pública, embutida en una camiseta verde. «Nos llevan a la miseria», clama. Ellos son dos de los cientos de miles de indignados que, mañana hará tres años, salieron a las calles de España para protestar ante el derrumbe de un país que se creía gigante y tranquilo.
Aquella marea contestataria, ácrata y un punto romántica, ha fraguado en un sólido entramado formado por medio millar de nodos, agrupaciones y grupúsculos asamblearios que tapizan el país recogiendo quejas, como chamarileros y notarios del descontento. De Bomberos Quemados a Plan Rescate Ciudadano pasando por Yo No Me Voy, Cuentas Claras, Mapa Corrupción o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, los indignados que acamparon en Sol hace tres años para desesperación de turistas y comerciantes siguen realizando con orden su tarea de hormigas cabreadas. Sus canales, desde el principio, están en las redes sociales y en los foros. Lo suyo es Democracia 4.0.
«Hoy somos como una gota china, promovemos un cambio cultural a medio plazo. Sin descanso. Somos menos visibles que hace tres años, pero el efecto cultural de entonces ha calado en la gente. 'Lo llaman Democracia y no lo es', 'No somos mercancía' o 'No nos representan', son ya frases que nos acompañarán siempre», sostiene Francisco Jurado, un hijo del 15-M especialista en Filosofía del Derecho y que prepara su doctorado con una tesis sobre el voto directo y las nuevas tecnologías. «Lo cierto es que el activismo de los dos primeros años es muy difícil de mantener. Hay que buscar trabajo y comer, entre otras cosas», sonríe Jurado.
En manos de la Troika
Quienes esgrimen hoy la antorcha encendida entonces hasta darle forma de agrupación política son las gentes de Podemos y del Partido X. Ambos partidos concurren a las elecciones europeas del día 25. El primero, encabezado por Pablo Iglesias, un joven profesor de Ciencia Política en la Complutense, suma ya más de 155.000 seguidores en facebook, cifra a la que no se acerca ni de lejos ninguna otra formación política española al uso. Las encuestas sitúan ya a Iglesias en Estrasburgo.
«Nadie puede representar al 15-M», reconoce como una declaración de intenciones. «Pero aquello cambió la historia de la política española», dice Iglesias desde Cartagena. «Hoy el 15-M sigue vivo en cientos de organizaciones... y en la necesidad real de que haya democracia en España. En 2014 nuestra soberanía está todavía en manos de los no elegidos: de la Banca y de la Troika. Y eso tiene que cambiar», señala este nieto de militantes históricos del PSOE y heredero del nombre y apellido «de uno de los grandes hombres de la historia de la dignidad», suspira.
Junto a él, en un vídeo electoral que suena a bofetada, se asoman el fiscal anticorrupción cesado por el PP Carlos Jiménez Villarejo («podemos llevar a la casta y a sus amigos al banquillo») o Carlos Echenique-Robba, que se presenta a sí mismo como «científico del CSIC, cascao sobre ruedas, ciudadano y homo sapiens». También el cabreado lancero tinerfeño, la maestra, la estudiante... «El poder tiene miedo al pueblo. Y nosotros tenemos que tocar las claves para ponerlo en marcha», anuncia Iglesias, un personaje con peso específico en el mundo de los antisistema que anima un debate televisivo bautizado 'La Tuerca' y participa en una tertulia política de resistencia llamada, como no podía ser de otra forma, 'Fort Apache'. Las dos, claro, por internet, fuera de los circuitos convencionales y de las cadenas anestesiadas.
Dispuestos para el cambio
El espíritu del 15-M también ha tomado cuerpo en la papeleta del Partido X. Su cabeza de lista se llama Hervé Falciani. Este ingeniero de sistemas nacido en Montecarlo colabora desde 2009 con la justicia europea a la que aporta los datos de 130.000 supuestos evasores fiscales, información de la que se apropió mientras trabajaba en la filial suiza del banco HSBC. «Nosotros somos sin duda hijos del espíritu del 15-M», airea Simona Levi, 'número 2' de Partido X y una activista cultural y especialista en sistemas de renovación de la democracia en la era digital. «Somos un movimiento dinámico. Ahí están 15-MpaRato, la Marea Blanca, la PAH... Las cosas no han cambiado. Se recrudece la deslegitimación social del Gobierno. Saben que les queda poco, que esta estructura está en las últimas, que son menos impunes que nunca. El PP sabe que nunca jamás volverá a tener mayoría absoluta: se han atrincherado y aceleran el saqueo», alerta Simona. «Soy muy optimista. Los sistemas horizontales son fundamentales para la salud democrática y el debate. La sociedad civil está ya preparada para hacer el cambio con sus propias manos», clama.
«Fue un tiempo nuevo»
Ese mayor control social de políticos y banqueros del que habla Levi, la evitación del surgimiento de movimientos populistas o de extrema derecha como ha sucedido en países de la UE como Grecia, y un cierto despertar de conciencias adormecidas sustentaría el haber del 15-M con la perspectiva de estos tres años. «El 15-M fue el despertar de la sociedad civil organizada», resume Javier Toret Medina, una de las cabezas emergentes de las acampadas de Sol. Hoy este psicólogo, investigador y activista colabora con Manuel Castells, sociólogo en Berkeley, en el estudio de los movimientos sociales emergentes. «Aquellas movilizaciones han tenido varios efectos retardados. El 25-S, que rodeó el Congreso de los Diputados, la Primavera Valenciana de febrero de 2012... Gamonal, por ejemplo, era una lucha vecinal antigua pero que se alimentó del 15-M. Fue un tiempo nuevo, con un camino largo, pero que ha supuesto un cambio irreversible en esta sociedad», resume Toret.
Una 15MPedia donde se consignan y documentan en red las movilizaciones de los colectivos antisistema y en la que, por ejemplo, se compilan las circunstancias del medio centenar de suicidios «causados supuestamente por la crisis» sería otra de las manifestaciones palpables de la pervivencia de aquel espíritu, junto a un mapa solar de los grupos nacidos al arrimo de la concentración madrileña. Solo la Plataforma de Afectados por la Hipoteca tiene 260 nodos (o grupos) por el país.
«En España había más billetes de 500 euros en circulación que en ningún otro país de Europa. Éramos la octava potencia mundial, decía el presidente del gobierno. También decía que en tres años alcanzaríamos el nivel de renta de Alemania (...) Estábamos en la Champions, repetía ese hombre risueño con demagogia futbolística», retrata los meses anteriores al estallido social Antonio Muñoz Molina en 'Todo lo que era sólido'. Islandia e Irlanda pasaron de la riqueza a la bancarrota. Pero, aquí, nadie supo ver nada.
«Yo me quedo con el estado de ánimo. De un sentimiento de soledad, miseria y pasiones tristes de meses anteriores pasamos a un estado de 'sí, se puede'. Nos encontramos con otra gente que pensaba como nosotros, echamos tiempo en la aventura y sentamos las bases para otra vida con gente que estaba más allá de nuestro barrio. Lo bonito del 15-M es que fuimos todos a una. Hoy hay cientos de ramificaciones», apunta el sevillano Francisco Jurado, 31 años. «Yo me he mudado a Barcelona. No vine solo. Ya sabía dónde estaba la gente con la que conectar y participar. Del 15-M nos quedan los contactos», resume. Contactos que se mantienen vivos y se activan con un simple clic en el móvil... cuando haga falta.
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