Cuestión de hambre
Ignacio Tylko
Viernes, 13 de junio 2014, 23:56
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Ignacio Tylko
Viernes, 13 de junio 2014, 23:56
Dicen los viejos, a los que siempre hay que respetar por su experiencia y porque tienen el culo pelao, que diría el llorado Luis Aragonés, que en el fútbol sólo llegan lejos los que tienen hambre. Y quizá la falta de apetito y de una ... preparación mental adecuada, por no hablar sólo del físico, marcó el estreno de España, vapuleada por una Holanda más rápida, incisiva, concienciada, orgullosa y deseosa de dar un golpe de autoridad ante el campeón del mundo. Quería la revancha del Soccer City y firmó una venganza histórica.
Quedan aún dos partidos de la primera fase y tiempo para la reacción si esta manita sirve para hacer autocrítica y volver a los orígenes. Pero el problema es que los coches no arrancan si se quedan sin combustible y los atletas se desfondan si les falta el oxígeno. Dos títulos europeos y uno mundial sacian. Y sirven el deseo de venganza en bandeja de plata a todos adversario, y más si se trata del subcampeón al que se derrotó en la final de Johannesburgo gracias a un milagroso gol de Iniesta.
Los jugadores del Barça fallaron este curso con estrépito, los del Real Madrid alcanzaron el éxtasis con la décima y los colchoneros llegaron con el gancho a la final de Lisboa. Tanto reclamar a los cuatro vientos el Balón de Oro para Sergio Ramos y a las primeras de cambio quedó retratado en el Mundial. La velocidad de Robben y la inteligencia de Van Persie le sacaron los colores, igual que a Piqué. También sucumbieron los laterales y un centro del campo en el que Xavi Hernández pide a gritos un cambio. En el fútbol moderno, al paso no se le gana a nadie. Y mientras los españoles anduvieron bajo la lluvia, los neerlandeses volaron.
Robben le ganó esta vez a Casillas, que vivió su noche más amarga. Ya mereció el castigo en la Champions, donde erró de forma clamorosa en el gol de Godín, pero entonces le salvó Ramos en las postrimerías del duelo. No siempre hay un salvador que te de la gloria, ni la moneda sale cara, ni los santos acompañan. Llega un día en el que te caes con todo el equipo, como le ocurrió a esta España en la que Del Bosque decidió insistir en sus gladiadores y se equivocó en los cambios, sobre todo al retirar a Xabi Alonso y dejar a Busquets desnudo. Incorporó a Diego Costa, acostumbrado a otro tipo de fútbol más vertiginoso y directo, pero la apuesta se le vuelve en contra. El equipo no crece y, encima, su sola presencia genera la animadversión del público. Su amago de cabezazo atenta contra el juego limpio que pregona Vicente.
Se espera una respuesta de campeones, pero esta derrota no es como la de Suiza. Fue una humillación en toda regla. Del Bosque no es un tipo de revoluciones, y más si son tardías. Fue la mayor afrenta sufrida por la generación del tiqui taca pero prefiere mantener la cabeza fría y no actuar desde un calentón. Los rivales nos conocen de memoria. Es tiempo de buscar alternativas.
Los chilenos corren que se las pelan y están hambrientos de éxitos, no con la barriga tan llena de títulos y alabanzas como los españoles. Del Bosque fue caballero en la derrota, igual que sabe ganar con estilo. Pero hay que tomar decisiones. Mientras sigan vivos, hay que dar crédito a los campeones. Y si mueren, agradecerles todo lo que hicieron por nuestro fútbol. Pero un poquito de dignidad. Y de hambre. El escudo no puede emborronarse de esta forma
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