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Los avances sanitarios y farmacéuticos frente a VIH y sida han derribado la coraza que el terror a su terrible diagnóstico edificó en la década de los 90, un periodo en el que el uso del preservativo se convirtió en el escudo imprescindible para esquivar riesgos en las relaciones sexuales. Junto a la reducción de la cifra de estos casos, menguaron, hasta casi desaparecer, los de las viejas enfermedades de transmisión sexual, un enemigo que ha retornado al resquebrajarse el muro de la prevención.
«Había unas tasas elevadas en los años ochenta que se moderaron muchísimo en los noventa por el miedo al sida, ya que las medidas preventivas impulsaron la concienciación social. Sin embargo, conforme el sida se va controlando y mejoran los tratamientos, hay una cierta relajación y vuelve a aparecer desde hace unos pocos años un incremento de la incidencia de estas enfermedades y un aumento del número de casos», resume Juan Ramón Rábade, director general de Salud Pública.
Hablamos de las tres principales infecciones venéreas -sífilis, infección gonocócica y chlamydia-, que desde hace unos años aportan a la estadística riojana de enfermedades de declaración obligatoria 60 casos anuales. Muy lejos, no obstante, de los 58 pacientes de sífilis de 1986 o los 156 de gonococia de 1983.
El pasado año, según la Consejería de Salud, la sífilis sumó 17 pacientes (entre 1 y cinco entre los años 2000 y 2008); la infección gonocócica aportó 28 'víctimas' cuando en la primera década del siglo no pasó de la docena de casos en el peor ejercicio; y la chlamydia (de declaración obligatoria desde el 2013) registró 12 episodios, seis menos que en el 2016.
«La sífilis en el periodo 2013-2017 se ha estabilizado pero en unos parámetros que nada tienen que ver con lo que hubo en los años noventa. Hablamos de entre 15 y 20 casos anuales en La Rioja.
En los últimos cinco años también se ha apreciado cierta moderación en la gonococia, con oscilaciones entre los 12 y los 41 casos, muy por encima de la incidencia de hace 15 o 20 años, pero nada que ver con la de mediados de los ochenta cuando superaban ampliamente el centenar de casos anuales», explica Rábade, quien achaca el incremento estadístico a una clave añadida al de la merma del miedo al sida y al VIH: «En parte, ese aumento en el número de casos se debe también a la mejora en los sistemas de vigilancia de las enfermedades. Además de que la chlamydia se incorpora en el año 2013 como enfermedad de declaración obligatoria, en el caso de la sífilis y la infección gonocócica se ha incorporado la información microbiológica, lo que supone que desde los laboratorios clínicos a los que se mandan las muestras se introduce la información en el sistema. Por eso, además de la relajación de las medidas preventivas, hay más casos porque se vigila mejor».
Un incremento en el número de casos en el que La Rioja no presenta, sin embargo, los datos más preocupantes del país. Traducida la cifra total de pacientes a la tasa de incidencia (casos por cada 100.000 habitantes) La Rioja se situó el año pasado en 5,39 en el caso de la sífilis, 3 puntos por debajo de la media nacional; y del 8,88 en gonococia frente al 11,14 del conjunto del país. Lo mismo ocurre con la chlamydia, en este caso con cifras del 2015, con 7,6 casos por cada 100.000 habitantes en España y y 4,46 en La Rioja.
Con mayor incidencia en hombres que en mujeres, en las que estas enfermedades suelen ser a menudo asintomáticas, la franja de edad con mayor incidencia se ha situado en los últimos años en el grupo de entre 25 y 34 años en el caso de la chlamydia; entre los 20 y los 55 en el de la sífilis y entre los 16 y los 34 en el de la gonococia, unos umbrales que han ido a la baja, además. «En general es gente joven, especialmente en los últimos años, desde adolescentes hasta los 25 o 30 años», concreta Rábade.
Frente a este panorama, las autoridades sanitarias, que recuerdan que las infecciones de transmisión sexual son un problema de salud pública tanto por su magnitud como por sus posibles complicaciones, inciden en la importancia de la prevención y en el diagnóstico precoz.
«En caso de duda o de notar algún tipo de síntoma tras una relación con una pareja no estable es fundamental acudir lo antes posible al médico, al servicio de Atención Primaria», resalta Rábade, quien recuerda que «en La Rioja tenemos también, en el Hospital San Pedro, un servicio de Enfermedades Infecciosas donde funciona una consulta especializada en enfermedades de transmisión sexual muy accesible, que no precisa cita previa y, además, de atención discreta».
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