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Cuando las estadísticas se alinean con las sensaciones, el margen de error es casi nulo. Los riojanos están hartos de paraguas, chubasqueros e impermeables y no han errado en su percepción.
El inicio del 2018 es el segundo arranque más lluvioso de un año desde que hace 70 ejercicios, en 1948, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) comenzó a conservar los registros estadísticos de precipitaciones. Desde el 1 de enero hasta ayer, 16 de abril, su estación de Logroño-Agoncillo ha recogido ya 242,8 litros por metro cuadrado, el doble de los 123 que la contabilidad histórica da al primer cuatrimestre completo en la capital riojana. Tras 63 de sus 105 primeros días consumidos con precipitaciones -14 en enero, 16 en febrero, 22 en marzo y 11 en abril-, el arranque del año va camino de triplicar a la cosecha hídrica de 12 meses tras, 89 pírricos litros por metro cuadrado en cuatro meses, y de acercarse a los 284,4 l del primer cuatrimestre del 2013, que a los febrero y marzo más lluviosos de la historia, con 80 y 112 litros respectivamente, sumó los 55,8 caídos en enero y los 46,6 de abril.
Este 2018 también deja datos para la posteridad: su enero es ya el más lluvioso desde 1948, con 98,2 litros, 9,2 litros más que en todo el primer cuatrimestre del 2017. También puede presumir de la máxima precipitación en un día de enero gracias a los 49,7 litros por metro cuadrado recogidos el día de Reyes. Aunque febrero se portó con normalidad, 29,4 litros por metro cuadrado, 6,4 por encima de los registros históricos, marzo, aunque fuera del podio regional con sus 43,8, acumuló, con 22 jornadas pasadas por agua, la mayor cifra de días de lluvia de un tercer mes en la comunidad.
A falta de 14 días para su culminación, la generosidad hídrica de este primer cuarto del 2018, los 242,8 litros por metro cuadrado, ha permitido, además, espantar el déficit que arrastraba el ejercicio hidrológico 2017-2018 desde su inicio el 1 de octubre pasado: 14,8 litros en ese mes, 22,2 por debajo de lo habitual; 16,5 en noviembre, 23,5 menos; y 40,4. A 16 de abril, sus actuales 314,5 litros suponen ya un superávit del 32% sobre los 238 que contabiliza la estadística oficial de la Aemet para los siete primeros meses del año hidrológico.
Semejante cosecha de agua se ha dejado sentir en las fuentes y manantiales de toda la región, una perspectiva que también la acreditan estadísticamente los registros de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) sobre la reserva hídrica riojana en los tres embalses que gestiona en la comunidad.
El aporte sumado por las continuas lluvias y por las cuatro intensas nevadas que desde diciembre han teñido de blanco la sierra ha conseguido en un tiempo récord que La Rioja pase de la carencia a la saturación, de la sequía a la riqueza hídrica. Al cierre del 2017, la comunidad era la que presentaba el menor porcentaje de reservas de agua embalsada del país. De hecho, al inicio del 2018, entre Mansilla, Pajares y el González Lacasa solo sumaban 29,1 de sus 135,8 hectómetros cúbicos posibles. La tierra resquebrajada y las piedras eran la desoladora estampa de las tres grandes despensas de agua de la región. Hoy, tres meses y medio después, solo los desembalses han impedido que se sobren los tres pantanos, que, al 93% de su capacidad total, atesoran ya 125,2 hectómetros cúbicos. Las cuentas son sencillas, en solo 106 días las reservas han crecido en 96,1 hectómetros cúbicos, que son, nada más y nada menos, que 96.100 millones de litros de agua.
Mansilla, con 59,2 hectómetros cúbicos de agua (87,3%), ha perdido 0,52 en la última semana, pero acumula un incremento de 27,02 hectómetros en lo que va de año. Pajares dispone de 35 hectómetros cúbicos (99,6%) y, tras ganar 0,91 en los últimos siete días acumula una ganancia desde enero de 16,18 hectómetros. Finalmente, el González Lacasa, con 31 hectómetros (94%), tras dejar escapar esta semana 0,15 hectómetros, acumula una subida en sus reservas de 8,98 en estos tres meses y medio.
Pero esa ganancia también ha tenido sus intereses a pagar; el principal, la pérdida de parte de la primavera, ya que desde que desembarcó el pasado día 20 a las 17,15 horas ni la hemos visto: primero porque de los 27 días que ya ha consumido, en 21 no nos hemos librado del paraguas -en 10 de los 12 últimos días de marzo y en 11 de la primera quincena de abril-; y segundo, por la racanería térmica. La media de las temperaturas medias se quedó el mes pasado 9 décimas por debajo de la histórica -9,3 frente a 10,2- y éste va un poco peor, 11 en vez de 12.
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