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Más rentabilidad, más riesgo

MARTÍN TORRES GAVIRIA

Viernes, 2 de junio 2017, 21:14

En una noche lluviosa y ventisca de marzo de 1452 salió Salomón Tabah a comprobar que los versículos de la Torá estaban bien protegidos en la mezuzah o hueco labrado en la piedra del pórtico derecho de su puerta. Oyó cascos de caballerías y sigilosamente ... se asomó a la esquina del Palacio de Sada. Vio cómo ayudaban a una mujer embarazada a entrar en Palacio. Los soldados creyeron notar algo extraño y cuando fueron a comprobar una sombra sospechosa, él ya había desaparecido tras la puerta de su casa en el Barrio Alto de Sos. Dos horas antes del alba, bajo el arco central de la plaza, ya estaba ocupando su puesto de almutazaf o alguacil del mercado, para velar que no hubiera malas artes en la venta. Controlaba pesos y medidas y tras él, labrada en la piedra del arco, estaba la vara aragonesa o jaquesa como patrón de medida y control.

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