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Pilar Hidalgo
Lunes, 10 de abril 2017, 21:50
Víctor Manuel López, delegado en La Rioja de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, ha sufrido en primera persona la barbarie etarra. Este cordobés de nacimiento trabajaba como guardia civil en Navarra cuando el 24 de septiembre del 2002 una pancarta amenazante con la imagen ... de un tricornio colocada en Leiza supuso toda una trampa mortal. Al ir a retirarla, explotó la bomba que escondía y segó la vida de su compañero y a él lo dejó con secuelas de por vida. Quince años después, aún se desconoce quién la puso.
Como víctima directa de la violencia, ¿qué sensación despierta en usted la entrega de armas escenificada ahora por ETA?
No me la llego a creer. Más bien pienso que se trata de un circo o de una pantomima para que no se note que han sido derrotados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Transcurridos quince años desde el atentado que sufrió, ¿le mueve algún ánimo de revancha?
No siento rencor ni quiero venganzas, sólo pido que la persona que haya cometido un acto terrorista pague la pena que le impongan.
¿Cómo considera que debería materializarse el fin de la organización terrorista?
Tendrían que colaborar con la Justicia y entregar el armamento con el que hayan atacado para que se pueda cotejar y esclarecer los casos que quedan sin resolver, además de disolverse de forma definitiva. Los etarras no deberían tener impunidad. También pedir perdón a las víctimas y a toda la sociedad española.
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