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M. CASADO
Martes, 21 de febrero 2017, 12:53
Sin la bata customizada con motivos infantiles casi nadie diría que son cuentacuentos. Pero debe ser cuestión de ponerse el uniforme que se transforman y se zambullen en el papel: tan pronto cuentan historias para niños pequeños como acertijos para preadolescentes o canciones en inglés, ... su registro es amplio. El Hospital Imaginario cuenta en la actualidad con entre 15 y 20 voluntarios, la mayoría dedicados profesionalmente a la educación y a la sanidad.
«Se les da un curso de formación breve y hacen un tiempo de prácticas antes de lanzarse a hacerlo solos», explica Jesús Mari Martínez, presidente de la asociación Hospital Imaginario. «A pesar de lo que podría pensarse, no abundan los jóvenes; algunos empiezan, pero por temas de trabajo o personales tienen que dejarlo», añade. Él fue uno de los impulsores de la actividad. «Comenzamos en 1997 en el antiguo Hospital San Millán, con un día a la semana, nos constituimos como asociación en el 2002 y fuimos ampliando horarios y días, hasta lo que tenemos en la actualidad: de lunes a jueves, de 17.30 a 19 horas, en Pediatría del San Pedro. Lunes y miércoles son sesiones de cuentacuentos. Martes y jueves (desde el 2008) tenemos el 'Carrito de los cuentos', una idea que cogimos del Hospital Doce de Octubre de Madrid. Además, les damos un pequeños obsequio: el cuento editado para nosotros de 'Los amigos de los niños', obra de Juan Carlos Chandro», precisa. Desde el 2010 disponen de una sala propia en el propio vestíbulo de la primera planta del San Pedro con libros y un escenario para representar marionetas.
«La idea fue llevar los cuentacuentos al hospital. Sabíamos que eran conocidos los payasos en los hospitales y pensamos en hacerlo con los cuentos que es un mundo muy cercano a los niños y que les mejora el ánimo», recuerda el veterano cuentacuentos Jesús Mari.
En cuanto al repertorio, «mezclamos diferentes cuentos, modernos, con tradicionales, con otros que buscan sobre todo los valores... Pero hay cuentos que funcionan siempre como el del Capitán Carapatata, que se hace con un barco de papel, con una sorpresa final que les impacta», concluye.
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