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M.M.
Jueves, 25 de agosto 2016, 20:59
«La pérdida antes de que nazca del bebé que esperamos duele, porque desde el primer momento en el que somos conscientes de su presencia en nuestras vidas, de que estamos esperando un hijo, una hija, establecemos un vínculo amoroso directo con él, un vínculo ... especial, único. Cuando éste se rompe, espontáneamente, inesperadamente, duele», relata la psicóloga Magdalena Pérez Trenado.
Respetar los tiempos y necesidades. Cada uno tiene su ritmo.
En pareja.
Que el duelo acerque a la pareja y haya mutuo apoyo.
Buscar ayuda profesional. Mejor si participa la pareja.
«Y este dolor -añade- es parte del proceso de duelo que se pone en marcha tras esa pérdida, un proceso natural pero difícil de vivir. Un proceso en el que nuestro mundo interno necesita reponerse, curar la herida que ha dejado la pérdida, recoger las fantasías que habíamos comenzado a desarrollar sobre nuestro bebé y elaborar el vacío que sentimos dentro».
La psicóloga llama la atención sobre nuestro contexto social que no suele ayudar porque «los mensajes están cargados de negación de la realidad de la pérdida y empujan a seguir adelante como si no hubiera pasado nada».
«Cosa de dos»
Magdalena Pérez destaca los sentimientos de la madre («puede vivir emociones intensas como tristeza profunda por lo perdido, vacío, rabia, culpa, miedo a quedarse embarazada de nuevo, a no quedarse embarazada; puede sentir la necesidad de estar sola, o de no estar sola; de llorar.» y también incluye la figura del padre: «A muchos hombres no les es fácil manejarse con emociones como la tristeza, con la necesidad de llorar, de tener miedo o de echar de menos a su hijo. Muchos 'se colocan' en posición de 'sostener' aparentemente fuertes, a veces empujando también a que la madre elabore pronto la pena para seguir adelante».
Y es que la pérdida de un bebé es cosa de dos: «Cada uno vivirá su duelo personal, individual, pero también vivirán otro duelo como pareja, duelos que van a ir influyéndose unos a otros durante todo el proceso. Poder reconocer y compartir el dolor, poder consolarse y darse apoyo mutuo es una gran ayuda para hacer este camino. Un camino en el que cada uno pasará por diferentes etapas en la elaboración del dolor, etapas en las que ir asumiendo la realidad de la pérdida».
En todo este proceso, la psicóloga advierte que «no se trata de olvidar», porque «eso no va a pasar nunca; se trata de encontrarle un lugar en el que permanecerá siempre presente y que permita continuar con la vida, un sitio en el que poder mantenerlo vivo».
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