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DIEGO ALONSO/A. G.
Lunes, 15 de agosto 2016, 00:29
Tienda de campaña o caravana, parcela o bungalow, naturaleza o enoturismo, con niños o en pareja... Ir de camping en La Rioja es, sin duda, una de las opciones más atractivas para las vacaciones de verano y también una de las más económicas. Por este ... motivo, cada vez son más los turistas que deciden pasar una larga temporada en estos singulares alojamientos, convertidos en una alternativa barata al sol y a la playa.
En la comunidad riojana las opciones son muy amplias y diferentes entre sí, puesto que cuenta con hasta nueve campings repartidos principalmente por la Rioja Alta. Durante los meses de verano de 2015, alcanzaron más del 80% de ocupación media tras varios años de estancamiento -según datos de la Federación Española de Empresarios de Camping (FEEC)-, por lo que se espera que el 2016 sea el año de recuperación definitiva del sector. Además, en los últimos dos años esta opción se convirtió en la segunda oferta de alojamiento vacacional preferida por los españoles.
A la hora de elegir en cuál de ellos hospedarse, los campistas optan por la variedad de servicios ofertados, el confort de sus instalaciones y la belleza del entorno. Así, además de disfrutar (a pie o en bicicleta) de los bellísimos paisajes naturales y rutas senderistas de La Rioja, los visitantes también pueden degustar la gastronomía, contemplar los principales monumentos históricos o incluso descubrir por qué nuestra tierra es conocida como la cuna del castellano.
En su mayoría, las visitas que reciben los campings riojanos durante el año (y especialmente en época estival) proceden del País Vasco. En el de Navarrete, de 580 plazas, prácticamente la totalidad de los usuarios son veraneantes de la comunidad vecina. Itxaso y Asier, por ejemplo, llegaron por primera vez al camping el verano pasado. Lo hicieron en caravana y tras comprobar que era «un destino diferente» para ellos y, sobre todo, para su hijo pequeño, no se lo pensaron dos veces y compraron una plaza fija.
Lo mismo pensó hace siete años Nicolás, natural de Oñate (Guipúzcoa) aunque con raíces riojanas en Casalarreina, quien, recomendado por amigos del pueblo, se decantó por la «tranquilidad y familiaridad» que alberga el camping navarretano. Para él, las posibilidades de ocio y prestaciones que brinda el entorno son muy importantes. «Voy a andar en bici todos los días por Laguardia, Elciego, Albelda... Pero también conozco los Cameros, las bodegas de Haro y, cómo no, la Laurel de Logroño», comenta mientras se relaja en su parcela.
Gustos parecidos a los de José Ignacio, quien llegó hace veinte años junto a su familia desde el municipio vasco de Mondragón. «El camping está realmente bien, pero ha ido perdiendo servicios con el paso del tiempo, especialmente para los críos», señala. Entre ellos, cita «la falta de un animador para niños», el reciente «robo» de parcelas del campo de fútbol o «la ausencia de la discoteca móvil los sábados noche». Sin embargo, una de las quejas mayoritarias entre los presentes es la de mejorar el acceso al WiFi, una asignatura pendiente para los nuevos dueños (presentes desde hace prácticamente un mes).
Para muchos de los visitantes, el camping aún tiene aspectos que mejorar, pero se trata sin lugar a dudas de «la mejor alternativa posible para pasar el verano».
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