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MARÍA FÉLEZ
Lunes, 1 de agosto 2016, 18:48
Malos tiempos para la vista de los cerealistas. Si hasta hace unos años sólo tenían que tener un ojo puesto en el cielo, ahora además deben tener el otro en las Bolsas internacionales. Chicago y París mandan y la subida o bajada de la Bolsa ... afecta en mayor grado al precio de los cereales que la calidad de sus cosechas.
No marcan ellos el precio de su producto pero tampoco sus compradores: lo hace alguien que desde un teléfono le pide a su asesor bursátil comprar o vender. Ahora más que nunca se hace realidad el 'efecto mariposa': el aleteo de una mariposa en Oriente puede ocasionar una tormenta en Occidente. De eso saben mucho los agricultores, especialmente los cerealistas, que se quejan de que se ha especulado con el trigo, la cebada o el centeno tanto como se hacía con los pisos en los mejores años de la burbuja inmobiliaria.
En Chicago se encuentra la mayor plaza bursátil de materias primas del mundo, por lo que quien quiere invertir en cereal es allí donde debe acudir y, en menor medida, a la Bolsa de París. El instrumento financiero más empleado con este tipo de artículos es el denominado 'contrato de futuro', que se aprovecha de la volatilidad de los precios y que permite o favorece que de cada cien operaciones de compra venta, solo una sea real: «El indicador espejo que marca el precio del cereal en el puerto ha subido 6 euros el jueves y 5 el viernes en las plazas más importantes». Palabras que hace dos décadas hubiese sido impensable escuchar de la boca de un agricultor riojano, ahora son habituales entre unos y otros. No es suficiente estar pendiente de la roya, de los riegos, de las tormentas, del mejor momento para cosechar... eso ya no vale.
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