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José Antonio Del Río
Sábado, 9 de julio 2016, 12:59
El intento de reprobación de Pedro Sanz como senador autonómico quedó diluido en el cauce de la legalidad en apenas 24 horas, las que se tomó el letrado de la Cámara regional para aliviar las dudas súbitamente puestas sobre el tapete de la Mesa de ... la Diputación por el representante de Ciudadanos. Así, la pretendida censura quedó en nada, mas el gesto puso al descubierto escenarios que, aunque intuidos, andaban faltos de referencias.
Uno: la legislación regional que se ocupa del senador autonómico es un monumento a la simpleza que requiere un urgente repaso. Reclama chapa y pintura para incluir responsabilidades y plantear recursos de control a y sobre un cargo que hoy puede caminar en el filo de la indefinición o tirarse al monte sin temor a reproches.
Dos: Pedro Sanz se sigue manejando con inusitada pericia en los límites de la prepotencia y la soberbia políticas. Su afán de incontestabilidad pasa por encima de quien o de lo que se le ponga por delante.
Y tres: Ciudadanos se conduce con una bisoñez impropia de quien se anuncia con más pretensiones que las de perpetuarse como fuerza emergente. Amaga, pero no da; parece un partido instalado en una amenaza que por recurrente pierde gas y fuerza como una gaseosa agitada.
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