Straperlo y otras perlas
MARTÍN TORRES GAVÍRIA
Miércoles, 18 de mayo 2016, 20:41
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MARTÍN TORRES GAVÍRIA
Miércoles, 18 de mayo 2016, 20:41
En los años treinta del siglo pasado llegaron a España tres judíos holandeses con mentalidad emprendedora. Para desbrozar el camino hacia el éxito se arrimaron a Aurelio Lerroux, sobrino y ahijado de Alejandro Lerroux del Partido Radical y presidente de la Segunda República. Las credenciales ... holandesas eran unos extraordinarios relojes de oro que fueron donando a las personalidades que Alejandro les fue indicando. El fin empresarial no era otro que conseguir una licencia de juego para una ruleta que los holandeses habían patentado. Los macizos relojes de oro hicieron su función y la autorización llegó -no se sabe, pero se intuye, si el tío tuvo algo que ver-. La cuestión es que la ruleta comenzó a girar en el Casino Kursaal de San Sebastián y en el Hotel Formentor de Baleares. La realidad era que la ruleta estaba trucada con un dispositivo electrónico y la banca siempre ganaba. Se comenta que esta acción junto a otras le costó el gobierno a Lerroux. Los holandeses se llamaban Strauss, Perel y Lowann. Y como buenos emprendedores bautizaron a la ruleta con el acrónimo de sus nombres: Straperlo.
Unos años antes, a finales del siglo XIX, Baldomera Larra, hija del malogrado escritor Mariano José de Larra que terminó su vida suicidándose por amor, ofrecía duplicar en un mes cada onza de oro que se le prestara. La rentabilidad era un 30%. Lo que verdaderamente hacía era pagar con el dinero que le daban los nuevos impositores. Se estima que llegó a recaudar veintidós millones de reales. Finalmente fue condenada a seis años de cárcel. Desconozco si devolvió lo estafado u ocurrió lo de ahora, que nadie devuelve nada. Este es el primer caso de estafa piramidal que se conoce en España, pero han seguido sucediendo a lo largo de los años: Sofico (1974), Fidecaya (1982), Gescartera (2001), Forum Filatélico (2006), Afinsa (2006).
Los emprendedores de este arte cada día son más sofisticados. Por ejemplo, si de las arcas del Estado hay dinero para cursos de formación de trabajadores, pues se inventan. ¿El qué? Los cursos y los trabajadores. Si hay dinero del estado para pagar paro y Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), pues se inventan. ¿El qué? Los expedientes y los trabajadores. Pero, ¿quién se lleva el dinero? Los malos trabajadores, los malos sindicalistas, los malos empresarios, los malos políticos. Los sinvergüenzas.
Siguiendo con el arduo trabajo del emprendedor para sofisticar su diseño empresarial nos lleva a que si un 'amigo' compra un erial y en el ayuntamiento lo calificamos como zona residencial, ganamos más que la Baldomera. Claro, el problema es que es mucho dinero y va a dejar huella. La solución puede ser: Panamá, Suiza, financiación del partido, ¡uf!
Otra forma de perla es que me lo den crudo (no en crudo petróleo, pero casi). Me lo mandan de Irán y Venezuela y lo tiño diciendo que me producen un programa de TV o es el pago de un trabajo que no he hecho y además no tengo ni idea del patrón moneda. El dilema de todo esto es que hay políticos que pescan en río revuelto y, sin embargo, los hay que siendo honrados les hacemos pagar a justos por pecadores.
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