Apalancamiento y venta en corto
MARTÍN TORRES GAVÍRIA
Lunes, 11 de abril 2016, 09:44
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MARTÍN TORRES GAVÍRIA
Lunes, 11 de abril 2016, 09:44
En mi niñez, mi padre, implacable cazador, me narraba este cuento a modo de parábola cuya enseñanza moral es la de no contar con aquello que no posees. Una noche, en el hogar de una familia muy pobre, le anunciaba el marido a la mujer, « ... mañana subiremos al monte, cortaremos leña, cazaremos una liebre y la guisaremos». El hijo, que desde su habitación estaba atento a los hechos narrados, se levantó de la cama, corrió a la cocina donde estaban sus padres y todo alegre les dijo: «Podré echar un unto".
Eso es lo que algunos inversores quieren. 'Echar un unto' en el mercado de la renta variable sin poseer acciones. Y eso es posible con apalancamiento y/o venta en corto.
Estamos en unos momentos de inversión financiera extremadamente convulsos y con horizontes impredecibles. En España con inestabilidad política, corrupción a porrillo y un Podemos amenazante; la Unión Europea con fisuras, el petróleo cayendo, los países emergentes sumergiéndose, China temblando y todo el mundo pensando que viene una crisis superior a la del 2008. Y mientras tanto, el Ibex-35 con cuantiosas pérdidas. Con todo este panorama hay quien cree que la volatilidad del mercado le favorece para jugar en Bolsa.
Apalancarse es pedir dinero prestado para comprar acciones con la esperanza de que suban de precio y venderlas. Y con ese dinero devolver el préstamo, pagar los intereses y el resto, beneficio. Así de fácil. Tú tienes 25 y quieres comprar acciones por un valor de 100, por tanto pides un préstamo de 75 (tu apalancamiento es de 3-1). Si las acciones suben a 140, las vendes, devuelves los 75 más 5 de intereses y te quedan 60. Como tu capital era de 25, en la operación has obtenido un beneficio de 35. Pero ¿Y si las acciones bajan de valor? Pues pierdes lo que no tienes.
Venta en corto es tomar prestadas acciones de otra persona, venderlas y esperar a que bajen de valor para comprarlas y devolvérselas a su dueño. Con el beneficio obtenido le pagamos al propietario de las acciones la comisión previamente establecida y el resto, ganancias. Al no disponer de acciones se las pedimos prestadas al que las tiene estableciendo la comisión a pagar y fijando el periodo que vamos a disponer de ellas antes de devolvérselas. Las vendemos por ejemplo a 50, esperamos que bajen a 15 y las volvemos a comprar. La diferencia es 35, pagamos 5 de comisión y el beneficio obtenido es 30. Pero ¿Y si las acciones suben de precio?
En ambos sistemas el inversor parte de lo que no tiene: acciones. Y en ambos sistemas se necesita mucha volatilidad en el mercado. Pero volatilidad en ambos sentidos. En el apalancamiento se apuesta a un mercado alcista, a que las acciones van a subir de precio. Mientras que en las ventas a corto se apuesta por lo contrario, a un mercado bajista; a que el precio de las acciones va a caer. ¿Cómo acertar? Pues no se me ocurre más que una idea, y no es mía. Es algo que veo en los frontones todos los días. Si alguien apuesta a azules y al final ve que van perdiendo, ¿qué hace? Se cubre apostando a colorados. Lo mismo pueden hacer los inversores. Si la apuesta es a un mercado bajista y va alcista, se puede cubrir con un apalancamiento. No se ganará, pero al menos no se perderá tanto. Y, viceversa, si se apuesta a un mercado alcista y va bajista, se hace una venta en corto para cubrirse. Como en el frontón, al final quien gana son los corredores.
El padre malhumorado por la petición del unto del hijo le refunfuñó: «Como metas la mano en el cuenco te desnuco». Hay quien vende la piel de oso antes de cazarlo.
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