

Secciones
Servicios
Destacamos
JORGE MATUTE
Lunes, 11 de abril 2016, 22:10
Tras 162 años, cuatro generaciones de propietarios y diferentes emplazamientos, La Camerana escribió hace dos semanas el punto final de su dilatada trayectoria al cerrar el último establecimiento que quedaba del negocio en las calles de Madrid.
La historia de esta empresa centenaria, dedicada a la ropa interior y a las prendas de abrigo, se remonta a 1854 cuando los hermanos Hernández, originarios de Viniegra de Arriba, abrieron su primera tienda en la madrileña calle Montera 43.
Años después, en 1888, Basilio Sánchez (abuelo del actual propietario), llegó con tan sólo 13 años desde el pueblo camerano al negocio de sus tíos y paisanos para ejercer como aprendiz. Tras mucho tiempo dedicado al negocio, se convirtió en socio y en 1906, él, junto con los fundadores, se trasladaron a un local en la calle Mayor de la capital de España, propiedad hasta entonces de otra familia riojana.
Basilio, al hacerse con el control del negocio, decidió expandirse y abrir tres locales más, entre los que se encuentra el que acaba de cerrar su nieto Carlos Sánchez hace unos días en la calle Postas 16, el último que quedaba de la cadena. Precisamente, su heredero recuerda emocionado como su antepasado supo darle un impulso a La Camerana. «Llegó a tener 32 empleados», rememora. Carlos es el último eslabón de la estirpe que se ha dedicado a la tienda. Tras la temprana muerte de su padre, con 21 años tuvo que trabajar para sacar a su familia adelante y no pudo ejercer la profesión que en un principio le gustaba, ingeniero agrónomo.
Ahora, tras más de cuatro décadas detrás del mostrador, Carlos se jubila. Sus hijos han estudiado una carrera y se encuentran trabajando, y aunque, tal y como confiesa, les da pena que La Camerana eche el cierre, no ha quedado otra. Sánchez confirma la mala situación del sector textil tradicional: «Cada día está más complicado comprar producto en España y es muy difícil hacer frente a las multinacionales».
Aunque el cierre ha sido reciente, la decisión la tomo un año antes. «Fue el día más triste», confiesa. Tampoco duda al afirmar que los últimos días fueron duros y de recuerdos: «Se te vienen muchísimas historias a la cabeza». Este pesar lo comparte con los cientos de clientes que compraban asiduamente en La Camerana. «Todo el mundo sentía que le dejabas huérfano, nos preguntaban que dónde iban a comprar ahora», relata.
Aunque el negocio riojano ha concluido, la tienda seguirá abierta en manos de una franquicia de ropa con un perfil completamente diferente. Carlos señala al respecto que se ha preocupado mucho para que «la esencia de La Camerana siga presente y -añade- los nuevos dueños me han confirmado que van a utilizar varios elementos que había en la tienda».
El ya retirado propietario señala que quiere disfrutar de su nueva etapa tras muchos años de dedicación a un negocio con raíces riojanas y se le ilumina la cara explicando que pasará largas etapas en Viniegra de Arriba «disfrutando de la tranquilidad de la sierra».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Las olimpiadas de la FP cántabra
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.