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M.M.
Lunes, 11 de abril 2016, 01:07
«Yo hacía deporte. Un día no llegué a La Grajera y pensé qué lejos la han puesto». Es el primer recuerdo que Amparo relaciona con la hepatitis C. «Yo tuve noticia de mi enfermedad a finales del 2012 por una analítica por cansancio», comienza ... su relato, unos análisis repletos de asteriscos y con casi todos los parámetros descontrolados. «Aterricé en el Servicio de Digestivo con un hígado aparentemente normal y en el primer fibroscán me dio 4. Cirrosis avanzada. Yo no sabía por dónde me daba el aire. Fueron sensaciones muy extrañas. Dos meses fatal», expone. El primer tratamiento fue de Interferon pegilado con Ribavirina: «Pinchazos todos los días... La primera analítica salió con el virus y la segunda... No funcionó y lo quitamos».
El virus permanece
Se oía que llegaban medicamentos de última generación, con unos índices de fracaso mínimos y casi sin efectos secundarios. Renació la esperanza de Amparo porque era una candidata perfecta: «Me pusieron Harvoni y Ribavirina. Era marzo del 2015. El primer análisis salió limpio y el segundo... el... virus. Fracasé. Esto era la panacea y había un pequeño porcentaje de fracaso y pensé que no iba a ser yo. Bueno, pues fui».
Ahora Amparo está de nuevo con otro tratamiento que en los primeros análisis le han dado bien pero «me queda mucho todavía...».
Hay algo, sin embargo, que le ronda por la cabeza: «Ahora cuando veo las analíticas de entonces me preguntó cómo nadie me dijo nada, por ejemplo, cuando estuve en Urgencias con un cólico nefrítico».
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