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M.M.
Lunes, 11 de abril 2016, 01:05
«El día que nací, yo y la hepatitis C entramos a formar parte de su vida». Ocurrió en 1977. Una transfusión de sangre tras el parto que «le salvó la vida pero también le condenó de por vida al transmitirle la hepatitis C, pero ... eso lo sabríamos muchos años después». Son las palabras de una alfareña, cuya madre falleció en noviembre pasado. Fue una de las primeras tratada con los fármacos 'estrella' y con éxito pero su hígado estaba ya tan dañado...
Su hija recuerda la vida de la familia... normal, ajena a lo que años después unos análisis descubrirían por casualidad: transaminasas altas, algo que «no sabíamos ni lo que significaba». «No estuvimos mentalizados de lo peligroso de esta enfermedad, quizás por la desinformación o porque como ella llevaba una vida tan normal no nos concienciamos», señala.
Los últimos años fueron un continuo ir y venir de pruebas, consultas, tratamientos fallidos... «Hemos visto cómo la hepatitis C se apoderaba de su hígado y de cómo poco a poco la cirrosis se agravaba». A principios del 2015 llegaron buenas noticias: un tratamiento de última generación y ella fue una de las primeras en ser tratada: «En enero comenzó y en pocas semanas convocó a toda la familia para decirnos que estaba venciendo al virus. Una alegría inmensa. Unas semanas antes de finalizar el tratamiento una biopsia reveló un cáncer hepático. Se la llevó en noviembre».
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