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Jueves, 31 de marzo 2016, 17:23
Carlos San Martín llevaba una vida en la planta riojana de Electrolux adonde llegó «cuando todavía estaban algunas zonas en construcción» y se quedó a año y poco de entrar en el plan de prejubilaciones tras su cierre.
«No era extraño que se oyesen ... rumores y se extendiesen bulos de cierre que luego, afortunadamente, no se cumplían. Pero al final, como en el cuento, llegó el lobo y lo hizo justo cuando la empresa estaba mejor y cuando menos lo esperábamos, pero así son las multinacionales, que se mueven por códigos distintos a los de las empresas más pequeñas, donde además de los criterios económicos influyen los afectivos.
Cuando llegó el cierre yo tenía 50 años y, aunque nunca hay un momento bueno para quedarse sin trabajo, éste fue para mí especialmente malo, por la edad y por nuestros tres hijos.
Salí de los últimos y me costó casi un año volver a encontrar trabajo, pero no funcionó; regresé al paro hasta que encontré otro empleo, pero en el 2013 me vi inmerso en otro expediente de extinción y esta es mi historia laboral, que culminará cuando me jubile en cuatro meses.
Diez años después aún me sigue doliendo ver aquellas instalaciones fuera de uso tras tantas promesas, pseudoproyectos y mentiras. Los políticos tendrían que haber sido más capaces o más prudentes para no crear unas expectativas a mucha gente que estaba pasándolo mal.
Pese a ello, yo siempre he sido muy beligerante con mis compañeros porque cada vez que nos juntábamos solo se hablaba de Electrolux y yo les exigía que se olvidaran. Sin embargo, al conocer lo de Altadis... Buah, se me resucitaron todas las dudas, miedos e incertidumbres que viví y me sentí como un trabajador más de Tabacalera».
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