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E. SÁENZ
Lunes, 21 de marzo 2016, 10:15
La noche del 20 de noviembre del 2011, Pedro Sanz subió al estrado habilitado en el Círculo Logroñés para sacar pecho por la histórica victoria del PP en aquellos comicios generales. El partido había superado su ya elevado techo electoral en La Rioja arrebatando el ... simbólico tercer diputado al PSOE que no disfrutaba desde el año 2000, y junto al presidente posaron los candidatos presentes. Antes de que los fotógrafos inmortalizaran la estampa, Sanz pidió que subiera a la plataforma alguien más. «¿Carlos: dónde estás?», preguntó aguzando la vista a través de la luz de los focos. Y Carlos salió de la segunda fila para quedar también retratado en la orla aunque su nombre no estaba escrito en ninguna papeleta.
Lo que visualizó aquel detalle fue la inquebrantable confianza que Pedro Sanz ha tenido en Carlos Cuevas desde sus comienzos como concejal de su pueblo y que se ha traducido en su designación para prácticamente todos los cargos posibles dentro y fuera del partido. Desde diputado regional hasta portavoz parlamentario, pasando por senador autonómico, responsable de campañas electorales o coordinador general del partido hasta relevar a Conrado Escobar como número '2' desde noviembre del 2004 hasta ahora. El pago de Cuevas a ese crédito ilimitado por quien desde 1995 ha dirigido el partido y el Gobierno de La Rioja de forma casi unipersonal ha sido una entrega ciega a las siglas y a su mentor hasta el extremo de emular muchas de sus formas. Sobre todo, en la agresividad del discurso contra la oposición durante los 20 años de mayoría absoluta y que deparó episodios cargados de pólvora en el hemiciclo.
Su trayectoria se empañó con una foto mucho menos amable que aquella del 20N: la de primeros de febrero del 2014 en la que sale de la Audiencia Nacional después de testificar ante el juez Ruz por el presunto blanqueo de 200.000 euros para sufragar la sede del PP en Duquesa de la Victoria. Herido políticamente por los 'papeles de Bárcenas', el eterno delfín de Sanz llegó al momento de la sucesión de Sanz lastrado por el testimonio del extesorero del PP y, sobre todo, la pérdida de la mayoría absoluta que exigía un perfil dialogante que jamás había demostrado... hasta pactar con Ciudadanos. El nuevo escenario ha operado una metamorfosis radical en el también secretario general del PP. El de Autol se ha abonado al obligado consenso y no duda ahora en tender al adversario la mano que durante tantos años había negado.
Su nombramiento como consejero completa una muesca más en su catálogo de cargos pero, ante todo, le introduce en el gabinete del Gobierno. Quizás para inyectar una dosis de mordiente al Gobierno 'zen' de Ceniceros, aunque sea desde un departamento que ha ido perdiendo presupuesto y protagonismo con la crisis. Tal vez para tomar posiciones en el cambio de liderazgo que se avecina dentro de los populares riojanos y en el que el presidente (del partido) seguirá llamando desde Madrid quien debe salir en la foto.
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