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L. J. R.
Sábado, 27 de febrero 2016, 20:29
La Consejería de Educación se fija en Finlandia y en la fórmula con la que el país nórdico ha frenado el acoso escolar. La receta se llama KiVa -acrónimo de la expresión finesa Kiusaamista Vastaan (contra el acoso escolar)- y su éxito está fuera de toda duda: los casos de acoso desaparecieron en el 79% y se redujeron en el 18% de los centros que lo han implantando (el 90 por ciento de los existentes). A grandes rasgos, KiVa no se centra en la víctima, sino que intenta cambiar las normas que rigen el grupo para que los no acosadores, los testigos no participen en el acoso, con lo que se cambia la actitud del acosador. El objetivo, apuntan sus promotores «es concienciar de lo importante de las acciones del grupo y empatizar, defender y apoyar a la víctima».
Alberto Galiana, director general de Educación, apunta que el acoso escolar es un problema de máxima preocupación en la Consejería. «Estamos al pie del cañón desde el primer momento», dice antes de reconocer que durante los últimos años ha crecido la sensibilización de los centros y la administración.
«En La Rioja el problema del acoso escolar no es muy alto respecto a la media nacional. En la actualidad se está actuado en unos 10 o 15 casos», dice Galiana, que explica que cada asunto exige un intenso trabajo individualizado para ver qué pasos dar en una actuación en la que, dice, «el centro, la familia y las administraciones debemos ir de la mano». El objetivo es «eliminar y prevenir este tipo de prácticas y potenciar el trabajo sobre el grupo intermedio». Por eso, después de que se hayan impulsado diferentes programas -teléfono de emergencia, un correo electrónico (acosoescolar@larioja.org)- y un estudio en profundidad del 'bullying' asume que es necesario «rediseñar y actualizar las estrategias constantemente». De ahí la apuesta por el programa KiVa.
Eso implicará «la formación del profesorado y del alumnado para que ese grupo intermedio sea el que colabore con la dirección de los centros educativos para que sean centros de tolerancia cero», abunda Galiana, para quien el acoso escolar no entiende de clase social: «Es un problema compartido por todo el sistema educativo». «El compromiso de la Consejería es máximo -añade- y contamos con la colaboración de todos, empezando por las propias familias, ante un problema que no es nuevo pero que ha adquirido nuevos tintes trágicos».
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