Publio Cornelio Escipión, el Africanus, tenía muy claro que el enemigo de Roma era Cartago. Logró convencer al Senado para que la guerra púnica se llevara a cabo en África. Y el 19 de octubre del 202 a. C., con los primeros rayos del día, ... se encontró frente al ejército de Anibal. El Africanus para esa batalla de Zama había asumido el riesgo de estar en desventaja numérica, pero al alba pudo comprobar, con gran asombro y estupor, que había una prima de riesgo: ¡elefantes!
La prima es un añadido o un estímulo por conseguir algo. El deseo de esa consecución extra puede llevar aparejado un riesgo, es lo que se denomina prima de riesgo. Llevamos años oyendo que si la prima de riesgo sube, baja, si es bueno, si es malo, etc. Voy a definir qué es la prima de riesgo, cómo nos afecta al bolsillo, qué factores influyen en su valor y el papel de las agencias de rating.
España financia su deuda vendiendo bonos a los inversores que nos prestan su dinero para que el gobierno de turno se lo gaste en el conjunto de los presupuestos del Estado. A esos inversores les tenemos que pagar unos intereses. El sobreprecio que les pagamos con respecto al bono alemán se denomina prima de riesgo. ¿Por qué la referencia es Alemania? Porque se considera el país de la Unión Europea más estable y con menos riesgo. El activo de referencia o benchmark es el bono alemán a 10 años, y debe cumplir los requisitos de: máxima calificación crediticia, vencimientos similares y que sean de la misma moneda y zona.
¿Quién califica el riesgo de los países? Como ya comenté en un artículo anterior, hay tres agencias de rating (S&P, Moodys y Fitch) que se encargan de analizar y cuantificar el riesgo de cada país en función de su potencial económico y estabilidad socio-política.
La prima de riesgo de España, al día que escribo este artículo, es 124 puntos básicos. Esto quiere decir que si Alemania paga un interés del 0,64% a su bono de 10 años, los inversores exigen a España que pague 1,88%. El tener una prima de riesgo alta encarece nuestra financiación y, por tanto, somos menos competitivos. Las consecuencias de una prima de riesgo alta para nuestro bolsillo son: subida de impuestos ya que el Estado necesita más dinero para financiarse, préstamos más caros, subida de precios, bajada de sueldos, menor capacidad de consumo y en definitiva más paro. Un panorama desolador.
Como desolador era ver ochenta elefantes al trote, retumbando la tierra y dispuestos a pisotear, aplastar y destruir la infantería romana. Pero Publio Cornelio Escipión, el Africanus, no se amedrentó ante esa prima de riesgo y con su aguda estrategia militar ordenó a sus vélites, cuando estaban a punto de ser machacados por los paquidermos, que formaran en línea. Esa maniobra dejó grandes pasillos que los elefantes con instinto animal utilizaron para cruzar sin herir a los romanos. Para terminar con una gran fanfarria de tubas y trompas que ahuyentaron y dispersaron a los elefantes, ante la atónita mirada de Aníbal Barca.
España para salvarse de la prima de riesgo necesita solvencia y una aguda estrategia política que nos dé estabilidad y credibilidad. Situación que no tendremos con un gobierno en el que participe Podemos.
Un partido político marxista-leninista que va en contra de la propiedad privada y que no cree en la unidad de España. Lobos con piel de cordero. Hay que oír lo que dicen ahora y lo que ya han dicho con anterioridad. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
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