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Blanca junto a la foto con sus hijos y sus nietos.
«Vivir sola no tiene nada que ver con sentirse sola»

«Vivir sola no tiene nada que ver con sentirse sola»

83 años y vive sola

MARÍA FÉLEZ

Jueves, 26 de noviembre 2015, 00:00

Blanca vive sola, pero no se siente sola. Hace siete meses murió su marido y, desde entonces, ella es la única ocupante del piso en el que se criaron sus hijos y que ha sido su vivienda desde hace más de cincuenta años. Le acompañan sus fotos, sus recuerdos y visitas que no faltan prácticamente a diario. Hoy está su hermana, de 90 años, las dos juntas han ido a someterse a un análisis al centro de salud y ahora charlan en la cocina. «Es que vivir sola no tiene nada que ver con sentirse sola», dice con la sabiduría que da haber exprimido toda una vida.

Su día a día es, cuanto menos, curioso. «Me levanto muy pronto, a veces incluso a las cinco de la mañana y limpio toda la casa. Me tomo la medicación, un vasito de leche y me vuelvo a meter en la cama hasta un poco más tarde», cuenta.

Durante años Blanca ha sido voluntaria en el ayuntamiento, en la junta local de la Asociación contra el Cáncer o en el Hogar de Personas Mayores. Puro terremoto que nunca ha parado. «Ahora voy a menos cosas porque con esta edad ya no estamos para muchas obligaciones», explica.

Aún así no se pierde las actividades que le interesan. «Ayer fui a una charla que dio la policía para alertarnos precisamente a las personas que vivimos solas», cuenta. Así, detalla las recomendaciones como si las hubiese aprendido de memoria. «No hay que abrir la puerta a nadie -nos digan lo que nos digan- y llevar el bolso en el lateral más cercano a la pared... También nos dijeron que si nos atracan, no nos resistamos y que hagamos fotos a las joyas por si luego las recuperan poder reclamarlas», nos cuenta. «Aunque las joyas sean malas», puntualiza.

Las compras, el principal problema

Blanca ha encontrado una forma ideal para apañarse con las comidas. «Como todos los días en el Hogar de Personas Mayores. Allí me como el primero y el postre, y el segundo plato me lo guardo para la noche, así no tengo que andar cocinando ni comprando más que lo justo», cuenta. El de las compras es su principal problema. «No por hacerla sino por subirla porque vivo en un segundo sin ascensor y contenta que me subo yo como para ir cargando con compra». Son sus hijos los que se encargan de esas cosas. También de que salga un poco de Calahorra. «Este domingo el hijo pequeño me va a llevar a Zaragoza a ver a la Virgen del Pilar», dice ilusionada por el viaje.

Por lo demás ella se apaña de casi todo. «Como vivo cerca del centro de salud, yo me voy y me vengo al médico y si hay que bajar al hospital me bajo con la hija que conoce a todo el mundo allí y del tema de los papeles se encarga mi otro hijo; pero lo ha hecho siempre porque yo de eso sí que no tengo ni idea», relata.

No se plantea ir a vivir con ninguno de los tres. «¡Qué dices, madre mía, los hijos tienen que vivir su vida que son jóvenes!», dice casi escandalizada por la pregunta.

Para ella lo mejor de vivir sola es la independencia. «Si estoy cansada, me meto en la cama; si quiero ir a misa, me voy; si quiero irme a otro sitio, lo hago sin tener que depender de los horarios de nadie ni molestar a nadie», asegura. Lo peor... «Pues yo no le veo nada malo, la verdad. Hay gente que dice que es el momento de la noche pero para mi es un momento como otro cualquiera del día», finaliza.

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