Gobierno a las puertas

Las quinielas al respecto son tan abundantes como las incógnitas que persisten desde que se conoció el nombre de Ceniceros como protagonista de la etapa que se abre después de Pedro Sanz. En el caso de aquél, el hermetismo también era una marca de la casa, aunque después de dos décadas en el cargo su modo de actuación en esta tesitura registraba notas comunes cada cuatro años. La principal, su alergia a un exceso de cambios. El de Igea siempre sacó músculo de la continuidad como síntoma de bien hacer y limitó las modificaciones en la primera línea del Gobierno, reiterando una costumbre que quebró la última etapa con la sonora salida de Juan José Muñoz y, sobre todo, de la vicepresidenta Aránzazu Vallejo aprovechando la reducción del Ejecutivo de diez a siete consejerías. El hábito al que según reconocen sus más allegados nunca renunció fue el de comunicar las designaciones a los implicados sólo minutos antes de hacerlas públicas. Una estrategia con la cual pretendía por un lado aplacar la rumorología y por el otro, alimentar las expectativas entre directores generales y altos cargos del partido que a veces ha utilizado como caladero.

El 25 de junio del 2011, al final de la que con el tiempo ha resultado su última toma de posesión, Sanz contravino en San Millán el mutismo habitual con una confidencia a la prensa: «salen cinco y entran dos». El lunes siguiente confirmó que entre los primeros estaban Sagrario Loza, Luis Alegre y Conrado Escobar además de Vallejo y Muñoz y las nuevas caras correspondían a Gonzalo Capellán y Concepción Arruga.

Ceniceros ni siquiera se ha permitido voltear esa ventana que sólo abrirá hoy. El momento de conocer si se mantiene fiel a los hábitos de su predecesor o si su impronta -y el espíritu de cambio que transpira el acuerdo con C's- se hará notar con un recambio al menos de los nombres más asociados a la 'era Sanz'.