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COMO EL JUEVES JOSÉ A. DEL RÍO
Jueves, 9 de julio 2015, 00:04
Julián San Martín se llegó como figurante al Parlamento con la sangre caliente y el culo aún frío por la envolvente con la que el concejal, y diputado, popular Pedro Sáez Rojo lo había arrojado la tarde anterior a los leones/defensores del Sagasta en el salón de actos del instituto logroñés («Mi compañero me ha dejado con el culo al aire», escenificó con propiedad). De no haberse ausentado, San Martín habría asistido luego al aplauso con el que sus compañeros de partido regalaron la primera intervención del portavoz del PP en un solo cuerpo palmero con sus vecinos populares de hemiciclo. Tal fue la atmósfera relajada y pastueña que se respiró en la segunda sesión del pleno de investidura de la que precisamente el portavoz de Ciudadanos, Diego Ubis, pasará al anecdotario, aplausos al margen como el único cabeza de partido capaz de abandonar el atril sin haber consumido el tiempo reglamentario. Su debú parlamentario se resume en una intervención que de indolente y plana sólo podía hallar correspondencia en la respuesta que en calidad de socio necesario le obsequió el candidato. Ceniceros agradeció tanta y tan buena disposición de los ciudadanos de Ciudadanos y se lamentó de que la cosa entre PP y C's no hubiera ido a más y de que ambos no hubieran consumado tanto amor político, tanta coincidencia programática, tantas buenas intenciones en el tálamo de un Gobierno compartido. Debe ser la interpretación de la nueva política, de los nuevos tiempos y los nuevos modos sin invectivas parlamentarias, sin palabras gruesas, por Dios, todo por el diálogo incruento... Todo lo más se observó algún vestigio en extinción de cuando las mayorías absolutas de Pedro Sanz (que Carlos Cuevas no olvidó de poner en valor en lo que fueron y representaron). Ceniceros evitó responder individualmente las intervenciones de PSOE y Podemos. O fue un mal gesto impropio de candidato Ceniceros o, simplemente, al PP le pareció conveniente no exponerle tan pronto al cuerpo a cuerpo. Para eso ya estuvo su portavoz, Carlos Cuevas, a quien es de ley reconocerle el mérito de su respuesta a los portavoces socialistas y 'podemitas'. Cuevas estuvo ágil y mostró en algunos dardos a Concha Andreu la buena memoria de la que el juez Ruz (la sede y así, ¿recuerda, lector?) le acusó, ahora se ve que injustamente, de carecer.
Pero a Concha Andreu, los dardos y las alusiones a tiempos y actuaciones socialistas pretéritas parecen no afectarle. Si Ceniceros es el ciudadano normal, ella es la mujer de su tiempo, de este tiempo. Y también mujer normal. Tanto que atendió sin ningún postureo la displicente apostilla que tras una invitación a comer le deslizó en el micrófono el futuro presidente -«el vino lo elige usted»-. No imagina servidor que se lo hubiera planteado así a, pongamos que Inmaculada Ortega, la pasada legislatura. Aunque tras atender al portavoz popular desvelar la relación que acabaron fraguando Ortega y Ceniceros, uno se cree ya cualquier cosa.
Germán Cantabrana, portavoz 'podemita', debutó fuera de sus circulos morados habituales y evidenció inseguridad en la lectura de un discurso cuyo contenido le superó. Tendrá otras tardes. Muchas más tardes, y con un ambiente menos calmo. Y entonces podrá.
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