«Entrar en el centro penitenciario te rompe la vida»

«Voy dos horas de lunes a viernes una de cada tres semanas desde septiembre del 2014», explica mientras recuerda que la condena de seis meses de prisión le hubiera hundido después de haber enderezado su vida. «Entrar en la cárcel te rompe la vida... aunque es verdad que cuando uno está mal también la entrada puede ser positiva», explica.

Desde su punto de vista (habla con la experiencia de quien ha entrado y salido una decena de veces del centro penitenciario) «en la cárcel no hay reinserción. Pueden lograrlo el tres o el cinco por ciento de los trabajadores y allí es difícil dejar las drogas. Si hubiera entrado esos 6 meses no sé cómo habría salido», dice.

«Cuando entras, te arrepientes de lo que has hecho; cuando sales, vuelves a lo mismo». Por eso, cuando alguno de sus compañeros (habitualmente más jóvenes que él) protestan por los trabajos en beneficio de la comunidad que están realizando, siempre les recuerda que la prisión es mucho peor.