«No se puede poner una bomba de insulina a alguien y dejarle a su criterio»

En general está indicada para dos tipos de pacientes. Por un lado, los que tienen hipoglucemias muy frecuentes, sobre todo nocturnas, y por otro, aquellas personas que con inyecciones subcutáneas múltiples no son capaces de tener una glucemia normal y un control metabólico normal. Un tercer grupo podrían ser aquellas personas que tienen una vida muy agitada e irregular, «que comen en restaurantes, viajan mucho... a esas les facilita mucho la vida porque ellos mismos se ponen la insulina que quieren en el momento que quieren».

Sea como fuere, la colocación de este dispositivo, además de la voluntad del paciente y del visto bueno del profesional médico, requiere que haya un equipo preparado para educar en el uso de las bombas de insulina. «No se puede poner una bomba a alguien y dejarle a su propio criterio, requiere conocimientos y habilidades muy importantes», apunta Vázquez. Un diabético necesita entre dos y tres meses para hacer un correcto uso de este instrumento.

Al final, el escaso uso de las bombas de insulina en La Rioja «es un problema muy serio de falta de personal, de enfermeras educadoras, es una deficiencia importante», máxime teniendo en cuenta que en La Rioja sólo hay una enfermera que se dedique a ello. Esa es la razón por la que en esta región los endocrinólogos no propongan su uso.

A día de hoy, según este experto, si todos los insulinodependientes susceptibles de usar bomba la solicitaran sería inviable. La conclusión es la necesidad de invertir en esta enfermedad a largo plazo porque «se sabe que cuando alguien que debuta en diabetes tiene un buen control en los primeros años, la posibilidad de complicaciones a largo plazo, en los ojos, en los riñones... es mucho menor».